Sus compañeros de cartel, Darío Domínguez y El Adoureño, recibieron los tres avisos en sendos utreros.
Ganado: Seis utreros de Condessa de Sobral, bien presentados y encastados, y de excelente juego el quinto.
Novilleros: Toñete (silencio y oreja), Darío Domínguez (silencio tras tres avisos y silencio tras dos avisos) y El Adoureño (silencio tras tres avisos y vuelta tras aviso).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Cuéllar (Segovia). 28 de agosto.
Incidencias: Un tercio de plaza. Tercera de la Feria en honor de la Virgen del Rosario. El sexto novillo salió en segundo lugar por un error en los corrales.
No fue para noveles la encastada novillada de Condessa de Sobral que volvía a Cuéllar tras la gran novillada que lidió en este mismo ruedo hace dos temporada. Toñete consiguió dar la vuelta a una tarde cuesta arriba después de que dos novillos volviesen con vida a los corrales tras recibir tres avisos El Adoureño, que dio una vuelta al ruedo tras lidiar al gran quinto, y Darío Domínguez.
A destacar, la seriedad de una novillada bien hecha, con hechuras para embestir, sin exageraciones pero convirtiéndose en una prueba para los novilleros. Destacó el importante quinto, que sino fue premiado con la vuelta al ruedo fue porque miró de reojo a chiqueros, probablemente acusando las querencias del encierro. Y el que demostró que quiere es Toñete.
El capote sometedor y lidiador de Gómez Escorial fue gloria bendita que apaciguó el despropósito en el que se había enquistado la tarde. Este cuarto fue un toro en todos los aspectos, excepto en el guarismo. Serio, hondo, largo y complicado en su comportamiento. Toñete quiso sacarle todo lo que tenía a base de tocarle las teclas precisas. Una demostración de querer. Entró a matar de verdad y salió con el chaleco roto después de segundos inquietantes entre los pitones. Oreja.
Alto de cruz, hondo y cuajado, el primero tuvo buena condición en los primeros tercios. Acudió presto al caballo y en banderillas se desplazó con clase. Toñete tuvo la virtud de forjar la faena sobre el mejor pitón del toro, el izquierdo. Por ahí, se desplazó largo y profundo, a lo que el diestro le recetó tandas de mano baja y de gusto en los remates. Varios pinchazos antes de una estocada entera se llevaron cualquier posibilidad de premio.
Volvió a modificarse el orden de lidia y el quinto -que debió salir en tercer lugar- fue para El Adoureño. El más novillo fue este pero de buenas hechuras, con cuello, rematado y con la cara hacia delante. Apretó en el caballo el de Sobral en dos varas largas y en banderillas descubrió una embestida encastada y brava. Excelente novillo. El francés se fue a los medios para recetar dos pases cambiados y uno de pecho mirando al tendido que fueron aplaudidos. El novillo se comía la muleta por abajo, colocando la cara y con mucha transmisión. En dos despistes, Yannis sufrió sendas volteretas pavorosas. En la primera, cayó sobre las cervicales. Tremendo. Mermado de facultades, siguió en la cara. Novillo de medios, pero fruto de las querencias del encierro y del empuje del novillo, terminó en chiqueros. No estuvo acertado con la espada y dio una vuelta al ruedo, mientras que el novillo se fue entre una gran ovación.
Un tío fue el segundo del orden de lidia. En realidad tuvo que salir en sexto lugar -este no corrió el encierro por la mañana- pero un error en los corrales cambió la suerte y salió a recibirlo El Adoureño. Largo, hondo con cara de toro, el burraco tenía plaza y cumplió con la expectativa. Puso en apuros a los banderilleros y en la muleta siempre fue con todo. No llegó a confiarse Yannis con el novillo que reponía sobre el izquierdo. Se puso duro para morir y el francés no consiguió encontrar la muerte. Pasados los 15 minutos, sonaron los tres avisos.
El burraco tercero arreó en los primeros tercios. Bien picado, fue lo más destacado de una lidia infame que alcanzó el cenit en el segundo tercio con solo tres banderillas después de incontables pasadas que, con buen tino, concluyó el presidente cuando mandó el cambio de tercio. Los escasos recursos de Darío Domínguez con la muleta, dio paso a un indecoroso espectáculo con la espada que terminó, también, con los tres avisos y el toro al corral.
El sexto tuvo trapío pero bien hecho y con cuello que ofreció un juego espectacular en varas, gracias también al gran tercio que ofreció Rafael Agudo. Tuvo nobleza el que cerró plaza y eso ayudó a que Darío se confiara y ligara varias tandas. El problema volvió a llegar con la espada. En el primer encuentro salió prendido por el pecho, como sucedió en el tercero y volvió el mitin con la espada. Por segundos no se fue vivo.
Crónica de Marcos Sanchidrián publicada en Mundotoro.