
Natural largo del pamplonés Expósito a la primera vaca de la tienta.
El matador de toros y el novillero ofrecieron una lección de saber tentar, de torear a disposición del ganadero. Reportaje fotográfico.
Interesantísimo resultó el tentadero que se pudo presenciar el sábado pasado en la finca El Ontanal de Lodosa, donde José Antonio Baigorri cría sus reses bravas. En esta ocasión, probó la bravura de cinco ejemplares de El Tolco, hierro con el que marca las reses destinadas a las calles. Concretamente, fueron dos eralas y tres erales, de muy distinto juego.
Los protagonistas de la tienta fueron dos toreros tocayos: el matador de toros Francisco Javier Sánchez Vara y el novillero con picadores Francisco Javier Expósito. La suerte de varas corrió a cargo de Jorge Martínez ‘Ramitos’, que cumplió su labor con profesionalidad. Como auxiliadores, intervinieron con eficacia el tafallés Pablo Simón y dos miembros de la cuadrilla del diestro guadalajareño: Félix Delgado y, especialmente, Javier Ortiz, que, como el navarro, mostró muy buen estilo. Actuaron de tapias los pamploneses Nabil ‘El Moro’ y Bruno Martínez, jóvenes que pudieron lucirse por la buena condición de la materia prima.
Abrió la prueba Sánchez Vara, que se las vio con tres serios y bien criados erales de El Tolco. Los tres tuvieron la misma procedencia: Puerto de San Lorenzo por parte de madre y Reta por la del padre. Con el fin de avivar el ganado para las calles, de proporcionarle más picante, Baigorri cruzó en 2016 una punta de vacas de Puerto de San Lorenzo con un toro de Reta; dos años después, obtuvo la primera generación, por lo que lo tentado el sábado ya procede no del toro, sino de esa primera generación; eran hijos de esos primeros productos obtenidos de la citada cruza.
Y la verdad es que Sánchez Vara lo bordó en todos los sentidos; primero, por su gran disposición para el ganadero pudiese ver la condición de esos machos; y segundo, por su toreo, cargado de valentía y de muletazos poderosos. El eral que abrió el tentadero no tuvo un pase por el pitón derecho; sólo se dedicaba a buscar. Sin embargo, por el izquierdo se dejó, aunque sin clase alguna, y el matador le robó, en series cortas, meritorios muletazos, la mayoría ayudándose con el estoque.
El segundo resultó noblote y se dejó hacer por el pitón derecho, aunque siempre le faltó humillar más. De nuevo, el espada castellano manchego estuvo magnífico, disfrutó con su toreo e incluso se permitió bajar la mano en una tanda cargada de poder torero. Y también dio la cara ante el tercero, un eral serio, con sus kilos y cara, con muchas teclas que tocar, con peligro sordo, muy complicado. Éste y el primero fueron los que más convencieron a Baigorri de cara a sacar un semental.
Respecto a las vacas, y en contra de lo esperado, dieron buen juego. Aunque no tuvieron gran clase, se dejaron hacer por ambos pitones. Tuvieron fijeza, repitieron con nobleza y permitieron faenas largas. Sirva como ejemplo que la segunda estuvo en la plaza nada menos que veinticuatro minutos y que fue retirada después de aceptar más de cien muletazos. Expósito las toreó con serenidad, mando, gusto y limpieza por ambos pitones, en series muy ligadas y bien rematadas con el de pecho, en un par de trasteos en los que siempre fue a más y en los que supo aprovechar sus buenas sensaciones.