Al mediodía, los aficionados pamploneses acudieron a los Carmelitas Descalzos para asistir a la tradicional misa, en la que se recordó a los socios fallecidos.
Un año más, el Club Taurino de Pamplona celebró ayer, primer domingo después de la Epifanía, su fiesta anual, de manera parecida a como lo lleva haciendo durante 66 años, en esta ocasión con la celebración de una misa.
La jornada festiva comenzó al mediodía en la iglesia de los Carmelitas Descalzos, donde el superior del convento, padre Antonio Viguri, ofició una Eucaristía en la que se recordó a los socios fallecidos. El capellán del club, César Magaña, no estuvo presente por tener un importante compromiso en Madrid.
En esta celebración, debido a la pandemia provocada por el Covid 19, los socios, capitaneados por su presidente, José María Sevilla, no pudieron disfrutar después de la tradicional comida de hermandad, aunque varios, por su cuenta y en grupos pequeños, compartieron mesa y alargaron así la jornada festiva.