La jornada se completó con una misa y una comida de hermandad, en las que participaron más de un centenar de socios.
El Club Taurino de Pamplona, fundado en 1948, celebró ayer su tradicional fiesta anual, que se completó con una misa y una comida de hermandad, en las que participaron más de un centenar de socios; y lo hizo como lo lleva conmemorando durante décadas, siempre el primer domingo después de la Epifanía.
La jornada comenzó con una Eucaristía, oficiada en la iglesia de los Carmelitas Descalzos y concelebrada al alimón por el prior de esta orden, padre Jesús Murillo, y el capellán de la entidad taurina, padre Francisco Azcona, quienes recordaron a los socios fallecidos durante el pasado año –Alejandro Zabalza y Alejandro Adrián- y a ganaderos que también nos dejaron, como Joaquín Murteira Grave y Salvador García Cebada, socio de honor de la entidad taurina.
Posteriormente, los aficionados disfrutaron de una comida en los locales de la entidad y de los consiguientes bailables, que pusieron el punto final a una fiesta que ayer cumplió sus cincuenta y siete años, más de medio siglo de existencia ininterrumpida en una entidad que celebrará en febrero su junta general.