Plaza de toros de Saint Gilles.
Como segundo clasificado, el joven de Cintruénigo fue premiado con una muleta.
El navarro Javier Marín afrontó el domingo pasado el primer compromiso de su temporada, una novillada en la plaza francesa Saint Gilles, localidad cercana a Nimes, y consiguió dar una vuelta al ruedo tras despachar al eral que le cayó en suerte.
En juego estaba el Trofeo de la Primavera de los Jóvenes Aficionados, un certamen organizado por los 28 clubes taurinos de Nimes y Gard.
Hizo el paseíllo con el sevillano Daniel Soto (silencio), el francés Sofianito (vuelta al ruedo) y el portugués Pedro Noronha (silencio).
Se lidiaron ejemplares de cuatro ganaderías distintas; por orden de lidia fueron de Meynadier, Palha, Jalabert y Turquay. Fueron cuatro erales adelantados, cuajados, con kilos, bonitos de cara pero complicados en general.
Bajo un lleno hasta la bandera, al novillero de Cintruénigo le correspondió el tercero del festejo, marcado con el hierro de Jalabert, un eral con mucho motor, exigente, que en abril habría cumplido los tres años de edad; es decir, fue casi un utrero.
Lo recibió con un farol de rodillas y lo cuajó de capa por mecidas verónicas a pies juntos, rematadas con una larga cordobesa. Ya con la muleta, ejecutó varias series con la diestra intentando bajar la mano. Tras dos tandas de naturales, volvió a cambiar de mano y, al intentar un cambiado por la espalda, fue volteado por el novillo, que, en corto recorrido, se revolvía enseguida.
El percance no tuvo más consecuencias que el golpe y Marín siguió dibujando templados de derechazos. Tras unas manoletinas y previo pinchazo, terminó con media estocada que sirvió. Hubo petición de oreja pero se tuvo que conformar con dar una vuelta al ruedo. Por su buena labor y como segundo clasificado, fue premiado con una muleta y recibió además la felicitación del matador de toros portugués Víctor Mendes, quien le dijo que había estado soberbio frente al novillo.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX