Momento en el que el salinero Sacacuartos hune uno de sus pitones en el muslo derecho de Soler. Fotografía: Blanca Aldanondo.
Ambos novilleros se repartieron cinco orejas mientras que Vicente Soler sufrió una cornada en el muslo derecho del segundo de la tarde.
Ganado: Cuatro utreros de Manuel Ángel Millares y dos de Torremilla, primero y sexto, correctamente presentados aunque desiguales, nobles y colaboradores en general, salvo el difícil tercero.
Novilleros. Borja Álvarez (oreja, silencio y oreja), Vicente Soler (herido por el segundo) y Javier Marín (oreja, oreja y oreja).
Presidencia: A cargo de José Ramón Díaz Sopranis, asesorado por Rosa López y Francisco Javier Garijo, se mostró muy generosa en la concesión de trofeos; en lo demás, correcta.
Incidencias: Un tercio de plaza. Tarde soleada y calurosa con molestas rachas de viento. Álvarez y Soler hicieron el paseíllo desmonterados. El segundo de la tarde le asestó a este último una cornada en la parte interna del muslo derecho; tras una primera cura en la enfermería, fue trasladado al hospital Reina Sofía de Tudela. Álvarez y Marín salieron a hombros.
El ciclo taurino tudelano comenzó ayer con un festejo en el que sobraron grados y faltaron espectadores en los tendidos. Pobre entrada en un festejo que estuvo marcado por la cogida de Vicente Soler. El segundo de la tarde sorprendió al castellonense cuando ejecutaba la cuarta tanda de despegados derechazos, le cazó y hundió uno de sus pitones en el muslo derecho del de Burriana, que pasó a la enfermería y no pudo continuar la lidia.
Tal cogida convirtió la novillada en un mano a mano entre Álvarez y Marín. Ambos se las vieron con una materia prima que, en conjunto, se dejó hacer con nobleza, excepción hecha del difícil tercero, que se frenó y midió, por lo que en su lidia toro fueron complicaciones. Pero, salvo este garbanzo negro, el resto, con matices, resultó noble y permitió el triunfo de los actuantes.
Sombras y luces
Uno de los mayores puntos de interés del festejo venía dado por el anuncio en los carteles del navarro Javier Marín, que, finalmente, triunfó pero sin llegar a convencer. Era la primera vez que se vestía de luces esta temporada y tal hecho le pudo pesar. En cualquier caso, lo cierto es que estuvo mejor con el novillo malo que los buenos, con los más toreables. Y también, en la lado positivo de la balanza se puede apuntar que, además de certero con el estoque, anduvo decidido a la hora de entrar a matar.
Su primero, el tercero de la tarde, no se lo puso fácil en ningún momento. Se frenaba en la muleta y medía. El joven navarro comenzó toreándolo por ayudados y naturales, ejecutándolos de uno en uno, pues la ligazón era imposible. Después, trazó algún derechazo de mérito. Trasteo serio, en el que acabó imponiéndose, cerrado con una estocada.
Hasta ahí bien. Sin embargo, ante el buen quinto y el toreable sexto, le faltó mando y se vio bastante desbordado. A ese quinto se empeñó en torearlo por el izquierdo cuando pareció mejor el otro pitón. El toro se desplazó con generoso recorrido pero el de Cintruénigo no terminó de acoplarse a la embestida. Por lo menos, lo mató decorosamente, de una casi entera habilidosa. Y la historia se repitió, más o menos, con el sexto. El novillero no logró imponerse y el utrero terminó orientándose. Sólo al final del trasteo se le vio más seguro. Peros aparte, este triunfo le debe venir bien de cara al futuro.
Por su parte, a Álvarez se le vio algo vulgar frente al noble y cómodo que abrió plaza. Sin embargo, el alicantino mejoró su imagen frente al cuarto, un novillo que fue de menos a más, que acabó sacando clase y tomando la muleta por abajo. Le realizó una asentada faena por ambos pitones, concluida con una estocada volcándose, que le sirvió para poder salir a hombros.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX