TERCERA DE LA FERIA DE TUDELA. CRÓNICA. SIETE OREJAS, SIETE

Los tres diestros salieron a hombros junto al mayoral. Fotografía: Blanca Aldanondo.

Los tres diestros salieron a hombros junto al mayoral. Fotografía: Blanca Aldanondo.

Muy buena corrida en la muleta de Toros de El Torero, con dos toros excelentes.

Ganado: Seis toros de Toros de El Torero, bien presentados, nobles, repetidores, con calidad en la muleta y de muy buen juego en general, salvo el tardo y parado quinto; los dos primeros, encastados, repitieron humillados en el último tercio, con fijeza, clase y recorrido; el que abrió plaza fue ovacionado en el arrastre y el segundo, premiado con la póstuma vuelta al ruedo.

Manuel Jesús “El Cid”: dos orejas y saludos tras petición. Salió a hombros.

Iván Fandiño: dos orejas y saludos desde el tercio. Salió a hombros.

Daniel Luque: oreja y dos orejas. Salió a hombros.

Presidencia: A cargo de Agustín Albo, asesorado por Francisco Javier García Ullate y Javier Garijo, cumplió bien su cometido salvo en la generosidad de conceder la segunda oreja del que cerró plaza.

Incidencias: Más de media plaza. Tarde calurosa de nubes y claros. El mayoral de la ganadería, Manuel Serván, fue sacado a hombros junto con los tres diestros.

Magnífica tarde de toros la que se vivió ayer en la Chata de Griseras, un festejo para hacer afición, que fue presenciado por algo más de cuatro mil almas. Y seguro que todas ellas abandonaron la plaza con la intención de volver.

Y ¿por qué hubo disfrute, fiesta grande? Muy sencillo, porque hubo toros. Corrida bien presentada, cinqueña -dos ellos habrían cumplido seis años en septiembre y otros dos, en noviembre-, cuidada en varas, pero no blanda ni carente de fuerza -tres toros derribaron al caballo- y con mucha, mucha calidad en la muleta.

Los dos primeros atesoraron casta y clase para exportar. Se le dio la vuelta al ruedo al segundo, pero el que abrió plaza también fue merecedor de tal distinción.

Ahora bien, hagamos memoria. En la primera tarde, un utrero de Millares recibió la póstuma vuelta al ruedo, a la mexicana además, con arrastre lento. Si lo comparamos con los dos primeros de ayer, bajo el mismo rasero, éstos fueron merecedores de indulto para evitar un agravio comparativo. No nos confundamos. Lo del primer día fue exagerado y lo de ayer no.

Si los cuatro últimos toros llegan a ofrecer el mismo juego que los dos primeros, a estas horas estaríamos hablando de una corrida histórica, para los anales taurinos no sólo de Tudela sino también de Navarra.

Y, por fortuna, los toros cayeron en manos experimentadas, entre matadores de toros de la parte alta del escalafón que mostraron buena disposición y quisieron agradar y triunfar. La verdad es que todo vino rodado tras las dos orejas del que abrió plaza para El Cid. Fandiño no se iba a conformar con menos y tampoco Luque. El pique entre ellos era un hecho y el resultado fue una tarde triunfal, no triunfalista.

Todos contentos

Tras las dos tardes anteriores, en las que se lidiaron ejemplares nobles, pero carentes de fuerza, la incógnita se centraba en qué pasaría con la materia prima en la tarde de figuras. Algunos temían lo peor; otros, simplemente que se repetiría la historia. Todos ellos se equivocaron.

Salió elprimero, el negro Gallego, y recibió un manojo de poderosas verónicas del sevillano conquistador. Seguidamente, el encuentro con el picador se saldó en derribo. Cogió la muleta el de Salteras y lo toreó en redondo con gran quietud y limpieza. El toro tomaba la muleta humillado, repetía con fijeza una y otra vez, mostraba codicia; su casta por ese pitón, el derecho, no tardó en transmitir. Los tendidos disfrutaban. Por el izquierdo, el cinqueño no tuvo el mismo son pero se dejó hacer y se sucedieron dos series de buenos naturales. Hubo pases de las flores, trincherazos de cartel, un variado y alegre repertorio. Manuel Jesús estaba sobrado, disfrutaba y hacía disfrutar. Terminó con una estocada delantera que hizo rodar al toro sin puntilla. Primera puerta grande.

Ante tal situación,  Fandiño  salió a por todas, no estaba dispuesto a que nadie le ganara la partida. Recibió al colorado Vistoso, también cinqueño, como el resto del encierro, con dos faroles de rodillas junto a tablas, a los que siguieron unas verónicas entregadas. Tras un picotazo en varas, ya con la muleta, inició la faena en el tercio, cercano a la barrera con una docena de estatuarios sin mover un pelo, sin solución de continuidad.

Tenía delante no un toro al uso sino una máquina de embestir incansable, con todos los calificativos positivos que se quieran añadir. Y la aprovechó bien, por ambos pitones, en una faena de altos vuelos, repleta de cadencia, temple y limpieza. Terminó con una estocada, pelín desprendida, y segunda puerta grande. La tarde iba encarrilada.

El tercero fue bueno también, pero sin la casta ni la transmisión de los anteriores. El más joven de los dos sevillanos ejecutó una buena faena con mejores argumentos al natural; según el diestro, no veía por el derecho. Se lució con su famosa luquesina pero mató de un sartenazo en los sótanos, en las profundas mazmorras, que emborronó su buen hacer. Pese a ello, el público pidió una oreja y el palco la tuvo que conceder.

Como concedió muy generosamente una segunda oreja del sexto, otro magnífico toro, con calidad por ambos pitones. El de Gerena lo toreó por derechazos y naturales ligados, que pecaron de encimistas y en los que limpieza tuvo sus altibajos. Mató de una estocada trasera y tendida, y asomaron dos pañuelos. Tercera puerta grande.

Luque fue el más afortunado de la tarde, pues le correspondió el lote más compensado y contó, en lo referido a trofeos, con el beneplácito del público y de la presidencia.

En su segunda intervención, ante un buen toro por el derecho, El Cid realizó un trasteo merecedor de trofeo, pero a la estocada le siguieron dos descabellos.

Y Fandiño, ante el quinto, tardo y parado, quiso pero no pudo.

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