Armendáriz, con ‘Polvorilla’, brindó otro recital de buen toreo a caballo.
Logró en esta plaza madrileña su octava salida a hombros consecutiva.
Roberto Armendáriz consiguió el viernes pasado una nueva salida a hombros, esta vez en la madrileña Camarma de Esteruelas, donde rubricó su octava puerta grande consecutiva. Toreó mano a mano con Joao Moura hijo, que cortó una oreja de cada uno de su lote y acompañó al navarro en la salida triunfal. Ambos se enfrentaron a cuatro toros de Castillejo de Huebra, que, pese a andar justos de motor, ofrecieron buen juego.
El caballero de Noain recibió a su primero con Visir, un bayo con el hierro de Nono Díaz, con el que clavó un rejón de castigo y se lució toreando con la bandera. En banderillas conquistó al público, primero con las batidas a pitón contrario de Zamorino y después con las ajustadas piruetas de Delirio a la salida de las suertes. Para el tercio final, optó por Polvorilla, veterana montura con la que puso tres cortas sin respiró y mató de un rejonazo; pero el toro tardó en caer, por lo que la petición de rabo no se consumó y el jinete se tuvo que conformar con las dos orejas del toro lidiado.
Frente al cuarto y último salió a por más. Lo recibió con Berlinde y sólo lo castigó con un rejón porque el toro no andaba sobrado de fuerzas. Seguidamente, ya en banderillas, el torero navarro volvió a deleitar con los quiebros de Ranchero y la elegancia de Prometido. Finalmente, volvió a optar por Polvorilla, que se encontró un toro aquerenciado en tablas, lo que dificultó la ejecución de la suerte decisiva. Armendáriz concluyó con un pinchazo, un rejón y un certero descabello, y su esfuerzo fue recompensado con otra oreja.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX