LOS ‘PABLORROMEROS’ PONEN EL INTERÉS A LA PRIMERA DE CORELLA

Pase de pecho de Alberto Álvarez al tercero de la tarde.

Pase de pecho de Alberto Álvarez al tercero de la tarde.

El diestro zaragozano Alberto Álvarez cortó la única oreja de la tarde.

Ganado: Seis toros de Partido de Resina, bien presentados aunque con distintas hechuras, salvo el que anovillado que cerró plaza, bastante justos de fuerza, nobles y de interesante juego en conjunto; el segundo y el quinto fueron aplaudidos en el arrastre.

Toreros: Rafaelillo (saludos desde el tercio y silencio), Sánchez Vara (saludos desde el terco y silencio tras aviso) y Alberto Álvarez (oreja y silencio tras aviso).

Presidencia: A cargo de Iván Sesma, asesorado por Jesús María de Andrés y José Ramón Monreal, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias: Dos tercios de plaza. Tarde soleada y agradable. Lourdes Goicoechea y Marta Vera, vicepresidenta y consejera de Sanidad del Gobierno de Navarra, respectivamente, presenciaron el festejo desde el tendido; y Miguel Sanz, ex presidente de Navarra, lo contempló desde un palco. El banderillero Raúl Ramírez ‘El Peque’ ejecutó el salto de la garrocha ante el quinto toro de la tarde.

Buen comienzo del ciclo taurino corellano, gracias al público, al magnífico ambiente que se vivió en la plaza, y a la materia prima, que dio interés al festejo.

Los antiguos y célebres pablorromeros, en versión toro, regresaron ayer a Navarra catorce años después; no se habían lidiado aquí desde 2000, en una tarde pamplonesa en la que, si no me equivoco, Sergio Sánchez toreó su última corrida en la Feria del Toro. Después de tanto tiempo, sólo quedaban recuerdos de este mítico hierro; los últimos, de una novillada en Peralta en 2008, que se lo dejó todo en fachada, en su preciosa estampa.

En este sentido, el encierro lidiado ayer no fue tan bonito. Con diferentes hechuras, estuvo bien presentado, aunque dio la sensación al contemplar a alguno de los ejemplares que algo ha cambiado en la ganadería.

En varas, unos cumplieron y otros fueron mimados. Y, en el segundo tercio, no hubo capotazos de más y no se presenció un mal par de banderillas.

Respecto a su juego, el noble conjunto estuvo limitado por sus justas fuerzas, pero no tuvo ni una mala intención y, con su más y sus menos, resultó más que toreable.

En definitiva, fueron los toros lo que dieron interés a la tarde y los que consiguieron que nadie se aburriese.

Otro cantar fue la mano de obra. Una de las monteras decepcionó. La segunda, la que se llevó el mejor lote, sin estar mal, no llegó a convencer. Y sólo el tercero de la terna tuvo una digna actuación.

Fue éste precisamente quien se llevó el gato al agua, ya que cortó la única oreja de la tarde y se proclamó así triunfador del festejo. Y eso que Alberto Álvarez tuvo que pechar con el peor lote de la tarde. Frente a su primero, protestado por cojear de una pata durante algunos momentos, su mayor mérito fue mantenerlo en pie. Lo tuvo que torear a media altura en series cortas de derechazos, en una faena que comenzó en los medios con un cambiado por detrás. Tras intentarlo sin brillo al natural, optó por las cortas distancias, por un arrimón con invertidos, pases por alto y manoletinas. Mató de una estocada pelín desprendida y paseó en triunfo una justa oreja.

Su segundo fue devuelto por carecer de fuerza. En su lugar, salió un sobrero del mismo hierro, un torito chico que se tapó con la cara, noble pero que fue a menos. Lo intentó por ambos pitones pero todo tuvo menos importancia por las hechuras del toro. Buscó otro trofeo, que se le esfumó por el mitin que dio con el estoque.

Rafaelillo, por su parte, realizó una faena deslavazada y despegada a su primero y ante el cuarto careció de quietud, pecó de exceso de charleston.

Por último, Sánchez Vara se lució de capa y con los rehiletes. Con la muleta, le sobró manta y despego. Y con el estoque, no anduvo nada atinado. Por tanto…

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