LA PEÑA OBERENA ‘CALIENTA’ EN LA CAPITAL SEVILLANA LA FERIA DE ABRIL

Los de la peña Oberena ante la Real Maestranza de Sevilla.

Los de la peña Oberena ante la Real Maestranza de Sevilla.

Ochenta y tres socios, pancarta incluida, celebraron en Sevilla los 75 años de esta peña pamplonesa, ‘la de más alegría’.

Sábado pasado. Mediodía. Las calles del centro soportan unas nubes que hacen pensar en lluvia. “Pero, y ezo, ¿qué é?”, “¿deónde viene eze ruido?”, ¡pero zi paece la múcica de lo zanfermine!, comentaban los sevillanos. No andaban descaminados. Durante unas horas, la zona desde la calle Sierpes hasta la Torre del Oro se impregnó de aroma festivo de San Fermín. Sólo quedaba un día para el comienzo de la Feria de Abril, la taurina.

Para algunos, tan extraño fenómeno necesitaba el inmediato estudio de Iker Jiménez. ¡Vaya exageración!, pensaron otros. La causa de tanta música era sencilla… y humana, muy humana. Ochenta y tres pamploneses de la peña Oberena –conocidos ya como los 83 de Oberena- se adueñaron del centro de la capital hispalense durante unas horas, las del vermut, y, pancarta incluida, bailaron, cantaron y bebieron como si estuviesen en la Estafeta, al ritmo de una charanga sevillana, que, pese a los temores, no desentonó; al  contrario, sus músicos se fundieron con los pamploneses y allí no hubo ya ni procedencias ni orígenes, sólo magnífico ambiente, que fue a más y más.

Tanto que el grupo fue aumentando en componentes. Una cuadrilla de sevillanos, asidua a las fiestas sanfermineras y avisada de la cita oberenista, no tardó en unirse a los pamploneses y olvidar así cualquier amago de añoranza. Pero lo sucedido después tuvo mucho más de azar, de coincidencia, de caprichos de la fortuna, del destino… ¡vaya usted a saber! Los peñeros, baila que te baila, se toparon con un grupo de guapas sevillanas que celebraban la despedida de soltera de una de ellas y que, cual vistoso ramo de rosas, iban ataviadas, como suele decirse, de ¡pamplonicas! ¡Hay que ver lo que es la vida! ¡Lo maravillosa que puede llegar a ser! Y si no que se digan a esa sevillana que estaba en capilla y a la que la peña le impuso el pañuelo conmemorativo de los 75 años de Oberena, que, pese a su edad, siempre será la de más alegría.

A esas alturas, el grupo superaba ya el centenar de personas, ya que un buen número de sevillanos se había unido al pasacalles, en una fiesta que tuvo muy buena acogida y marcada por la buena educación de sevillanos y pamploneses, en una jornada que tuvo su prolongación en el Guadalquivir, en un crucero comandado por el capitán barra libre y la música sanferminera.

Fue la particular manera que tuvo Oberena de celebrar sus bodas de diamante, en un fin de semana inolvidable para los pamploneses y también para un buen puñado de sevillanos.

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