HERMOSO DE MENDOZA CONQUISTA LA PLAZA LA MACARENA DE MEDELLÍN

El torero navarro logró en Medellín el tercer rabo de su campaña mexicana. Fotografía: pablohermoso.net

Salió a hombros tras cortar tres orejas y un rabo, el tercero que consigue en su campaña colombiana.

Pablo Hermoso de Mendoza continúa arrasando en Colombia. Después de haber conquistado Cali, Manizales y Diutama, se hizo el sábado pasado, ante más de once mil personas, con la plaza de Medellín, de la que salió a hombros tras haber cortado tres orejas y un rabo, el tercero de su campaña en ese país americano.
En el coso La Macarena alternó con Antonio Ribeiro Telles, que se fue de vacío, y con el rejoneador colombiano Andrés Chica, que logró una oreja del tercero. Se lidiaron seis toros de Dosgutiérrez, bien presentados, encastados y exigentes; fueron aplaudidos en el arrastre y al quinto se le dio la póstuma vuelta al ruedo.
Ante su primero, cuando sacó a Estella, de salida, descargó un gran aguacero, se cerró la cubierta y el festejo pudo transcurrir con normalidad, aunque con una disminución de luz, que creó un ambiente más íntimo. En este toro, Manolete e Ícaro en banderillas, y Pirata en el último tercio completaron una faena de gran calidad e intensidad, que tuvo su momento álgido con las cortas, clavadas sin respiro y dibujando círculos cada vez menores. La pena fue que el rejón letal tardó en hacer efecto, lo que redujo el premio a un trofeo, a la primera oreja de la tarde.
Lo mejor, lo inolvidable para la afición antioqueña, estaba por llegar. Salió al ruedo el quinto, llamado Economista, el más grande del encierro, y galopó inicialmente con agresividad. El caballero navarro lo recibió sobre Garibaldi, montura con la que atemperó la embestida del cuatreño con dos precisos rejones de castigos y con templadas batidas, que calentaron los tendidos. En banderillas se pusieron ya al rojo vivo, primero con Chenel, con sus quiebros, su medido y templado toreo de costado, y sus espectaculares cambios por los adentros; y después con Dalí y con las vibrantes piruetas que rubricó este alazán.
Finalmente, esos tendidos se incendiaron con la actuación sobre Pirata. Una corta, otra más y la tercera en temerarias reuniones con el toro, y un par de cortas a dos manos provocó ya el delirio de un público completamente entregado, que rozaba la locura. El estellés terminó su faena con un efectivo rejón letal y el presidente no tardó en conceder los máximos trofeos, premio que, por los gritos y vítores, parecía que era de cada uno de los aficionados. El torero navarro salió a hombros por la puerta de San Juan, entre cientos de aficionados antioqueños que no olvidarán lo que habían presenciado.

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