FALLECE DIAMANTE NEGRO, EL PRIMER VENEZOLANO QUE TOREÓ EN ESPAÑA

Diamante Negro antes de un paseíllo.

Diamante Negro antes de un paseíllo.

En la capital navarra, únicamente hizo un paseíllo, un 17 de julio de 1949, en el festejo que cerró la feria.

El matador de toros venezolano Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro” falleció este 1 de enero en el Hospital Central de Maracay, a la edad de 89 años. En su honor figura el ser el primer matador de toros de Venezuela que llegó a torear en España.

Nacido en Ocumare del Tuy en febrero de 1927, debutó formalmente como novillero en 1945. Hizo su presentación en tierras españolas el 11 de junio de 1948, en Logroño, siendo aún novillero y compareciendo también en cosos como los de Córdoba, Azpeitia, San Sebastián, Sevilla y Madrid, donde toreó con Cagancho hijo y Alejandro García. Logró un éxito importante en Granada, lo que le valió para tomar en esa misma ciudad la alternativa el 29 de septiembre de aquel mismo año, contando con Paquito Muñoz como padrino, en un festejo en el que actuó también Manolo González, ante toros de Félix Moreno Ardanuy (Saltillo).

Volvió a Venezuela, ya como doctor en Tauromaquia, en noviembre de 1948, actuando con toreros de la talla de Raúl Acha “Rovira”, Luis Procuna, Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín, Litri, Aparicio, Calerito, Antonio Ordóñez, César Girón, el rejoneador Ángel Peralta… y toda la nómina de figuras de entonces.

Tras una primera retirada en 1963, volvió en 1971 y compitió con otros espadas como Paco Camino, Dámaso González, Miguel Márquez, Paquirri… diciendo adiós definitivamente al vestido de torear en 1972 en San Cristóbal (Venezuela).

Una vez alejado formalmente de los ruedos, participó en varios festivales benéficos y pasó sus últimos tiempos en Maracay (Venezuela).

Una actuación en San Fermín

Diamante Negro sólo toreó en Pamplona una tarde. Fue el 17 de julio de 1949, día que acogió la quinta y última de la feria. Vestido de rosa pálido y oro, alternó con Julián Marín (ovación y saludos) y Rafael Llorente (dos orejas y vuelta al ruedo). En una tarde entoldada y fría. Con media entrada escasa, se lidiaron toros salmantinos de Leopoldo de Clairac, que costaron 125.000 pesetas y fueron de sentido, cornalones, avisados y difíciles, mansos con casta; el sexto fue condenado a banderillas de fuego.

Al tercero tarde, un manso pregonado, no le hizo nada; realizó un macheteo por bajo y fue desarmado; se desconfió y abrevió; mató de media estocada atravesada, una entera tendida y un descabello; escuchó pitos del público. El que cerró plaza fue el más manso y peligroso; saltó al callejón y se le castigó con fuego; le dio unos trapazos por la cara y lo mató de un golletazo; hubo aplausos para el torero.

This entry was posted in Actualidad and tagged , , , , , , , , . Bookmark the permalink.

Comments are closed.