DÁVILA MIURA: “EN PAMPLONA SALÍ A TRIUNFAR Y LO CONSEGUÍ”

Eduardo Dávila Miura dando una vuelta al ruedo el pasado 14 de julio en la plaza de Pamplona tras haber cortado una oreja.

Eduardo Dávila Miura dando una vuelta al ruedo el pasado 14 de julio en la plaza de Pamplona tras haber cortado una oreja.

El diestro sevillano rememora su reaparición en San Fermín, frente a toros del hierro de la familia, de Zahariche, la mítica finca de Miura con motivo de su quincuagésima comparecencia en la Feria del Toro, creada en 1959. El año anterior había hecho lo mismo en la plaza de Sevilla. Pero antes no se había vestido de luces desde 2006, año de su retirada.

Eduardo Dávila Miura toreó en Pamplona el pasado 14 de julio, vestido de azul marino y oro. No había hecho el paseíllo en la capital navarra desde hacía diez años, desde 2006. Su reaparición fue la gran sorpresa del abono sanferminero.

“Lo de volver a Pamplona no lo pensé mucho porque estas cosas, como las pienses, no las haces. Lo de Sevilla lo pensé más porque quizás creía que me jugaba más. Le di más vueltas, salió más ese espíritu conservador que tanto me ha pesado a lo largo de mi carrera, muy condicionada, en ocasiones, por el que dirán los demás. Pero lo de Pamplona lo llevaba barruntando varios años y tiré hacia adelante este año, y estoy muy orgulloso de haberlo hecho”, asegura en una entrevista publicada en el semanario taurino ‘6 Toros 6’.

Y así, a toro pasado, reconoce que todo salió my bien. “Guardo un gran sabor de boca porque tanto en Sevilla como en Pamplona el público me valoró y por dentro me quedó la sensación del deber bien hecho. Las cosas importantes en el toro hay que hacerlas en plazas como ésas”, explica el sevillano.

Lo cierto es que en Pamplona tuvo suerte porque se llevó el lote más toreable. Le cortó una oreja al segundo de la tarde y saludó desde el tercio tras despachar al quinto. A ese segundo, llamado Arenoso, lo mató de un gran espadazo, lo que le valió el trofeo a la mejor estocada que concede el Club Taurino de Pamplona.

El diestro andaluz vivió momentos muy intensos en San Fermín. “Cuando uno reaparece una tarde puntual, tiene dos opciones. O sales a matar la corrida con profesionalidad y punto; o te mentalizas y sales a triunfar y a dar lo mejor de ti mismo, porque te mides contigo mismo como único rival. Tuve muy claro que quería hacer lo segundo y lo hice. Luego las cosas tienen que salir y me salieron. Me ayudaron los toros, el público estuvo conmigo, salí muy seguro porque fui muy preparado y todo aquello me dio una gran confianza”, subraya.

Lo cierto es que, a sus 42 años, hizo su undécimo paseíllo en Pamplona como matador de toros (en el 96 hizo otro, cuando todavía era novillero), en una plaza en la que, desde 1999, año de su debut como espada de alternativa, ha estoqueado 23 toros y cortado 4 orejas, trofeos que le permitieron ser el triunfador de la feria en 2003 y 2004. Dos años después, se despidió de Pamplona. O eso parecía.

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