‘Entomólogo’ no mereció tal honor pues atesoró mucha clase en el último tercio pero su pelea en varas fue decepcionante. El toro, finalmente, fue apuntillado en los corrales. Galería de imágenes.
Ganado: Tres toros de Torrehandilla (segundo, cuarto y quito) y tres de Torreherberos, correctos de presentación y de juego dispar; el mejor, el cuarto, Entomólogo, 31, negro, nacido en noviembre de 2013, de Torrehandilla, muy noble y con calidad, que fue indultado, antirreglamentariamente, a petición del público.
Toreros: David Mora (dos orejas y dos orejas simbólicas), Jiménez Fortes (saludos tras aviso en ambos) y Javier Marín (vuelta al ruedo y saludos tras aviso).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Estella (Navarra). 4 de agosto.
Incidencias: Algo más de media plaza. Tarde muy calurosa. Primera de feria. Mora salió a hombros.
Un punto acapachado de pitones, largo, bajo, fino y con cuello. Así mostró ‘Entomólogo’ su anatomía cuando compareció en el ruedo de Estella y de la misma forma se fue vivo a los corrales tras la gran faena que hizo David Mora y el indulto presidencial. El toro ya mostró su calidad con el capote, peleó poco en un puyazo discreto y acudió con prontitud y galope para que Ángel Otero lo bordara con los palitroques en dos pares de mucha exposición. Mora lo entendió a las mil maravillas por ambos pitones y lo lanceó desmayado en una faena muy estética en la que exigió al toro en la segunda parte con dos series de naturales muy largos y de seis y siete muletazos.
El toro fue a más, le dio sitio, y acudió como un bendito, colocando la cara muy abajo mucho antes de llegar a la jurisdicción del matador, que lo gozó ampulosamente. Hubo un momento de la faena en la que el indulto se veía venir y desde diferentes sectores de los tendidos comenzaron a aflorar los pañuelos solicitando al palco el perdón de la vida del astado.
El pañuelo naranja
Mora se cuadró para propinarle la estocada, arreció la petición y tras dos series más, el palco sacó el pañuelo naranja. La presidencia salvó al toro a pesar de ser un hito que no contempla el reglamento navarro y las advertencias del delegado gubernativo de la Policía Foral, que se hicieron más que evidentes para toda la plaza. Es curioso y paradójico que si el reglamento navarro sólo admite indultos en el coso de Pamplona, las presidencias cuenten con el pañuelo de color naranja para proceder y legitimar una decisión que a todas luces no contempla la normativa.
¿Era de indulto ‘Entomólogo’? Personalmente creo que no, que fue un toro muy noble, con grandes virtudes, con enorme belleza, pero no traspasó el fielato de la suerte de varas, algo esencial para un premio tan importante. Dio igual, el público lo pidió, el torero se recreó en la suerte y el presidente aflojó el moquero. La polémica estás servida.
Un verdadero semoviente fue el primero de la tarde con el que David Mora anduvo tan cómodo y sobrado como si estuviera en su casa haciendo la colada. Ni se despeinó el diestro toledano para cortar dos orejas absolutamente raquíticas e intrascendentes; dos orejas que cayeron en el esportón de Mora como un jamón logrado en una tómbola. Toreó en redondo en dos series correctas, se paró el toro al natural y con una estocada rápida se disparó la petición y la lluvia de orejas.
Los matices de Saúl
El primero de Saúl Jiménez Fortes tuvo esa falsa movilidad de los toros sin fondo ni clase. Pasaba por las suertes sin rebosarse ni ritmo, como si le obligaran a embestir. Y allá se fue el malagueño -que perdió las orejas por la espada- a aplicarle la medicina del temple. El toro punteaba y cuando lo obligaba por abajo aparecía un invisible freno de mano para no entregar la cuchara de la humillación. La verdad es que el malagueño se impuso de principio a fin en una faena repleta de matices técnicos y perfecta de colocación, con un eficaz juego de alturas con la muleta que matizó por completo los defectos del cornúpeta. Algo parecido le sucedió con el jabonero quinto. La verdad es que el malagueño pisó los terrenos que escuecen y extrajo algún natural maravilloso. Casi nadie se enteró. Lo importante era el indulto, no el toreo.
Lo peor para Marín
El cirbonero Javier Marín apechugó con el peor lote de la corrida. Su primero falleció con un pinchazo, cayó desplomado de forma inopinada cuando montaba la espada el toreo y se organizó una pequeña tremolina porque el palco no atendió la petición de oreja para el joven diestro, que mucho más allá del trofeo pedido -y negado- navegó con solvencia con un animal lastrado de sus remos traseros. El sexto fue el de peores intenciones del envío, un toro áspero y renuente a embestir con el que se pegó un arrimón en tablas que sólo le sirvió para él. Falló con la espada y se esfumó la más que meritoria oreja que seguramente se hubiera anotado en su esportón.
Crónica de Pablo García Mancha publicada en Diario de Navarra.