Tanto Vela como Olsina se vieron desbordados en algunos momentos y se fueron de vacío. Galería fotográfica.
Ganado: Cuatro utreros de Tomás Prieto de la Cal, bien presentados, que cumplieron en varas y de juego variado en el último tercio, con un primero y un tercero ovacionados en el arrastre.
Novilleros: Jesús Vela (palmas tras aviso y silencio tras aviso) y Carlos Olsina (silencio y silencio tras aviso).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Lodosa (Navarra). 4 de agosto.
Incidencias: Menos de media plaza. Tarde muy calurosa. Olsina toreó en sustitución de Javier Gallardo.
Gustó más la materia prima que la mano de obra en la segunda y última novillada picada de Lodosa. Los utreros vazqueños cumplieron de sobra en el caballo y ofrecieron un juego dispar en la muleta pero siempre en una línea interesante.
Vela se las vio en primer lugar con un utrero que chocó contra la barrera de salida. El novillo aceptó tres encuentros con los montados, empleándose en el primero y desde distancia los toros doso. En último tercio, resultó noble por ambos pitones; pedía distancia pero el joven novillero realizó una faena encimista; no terminó de entenderlo, aunque sí trazó algún buen natural suelto. Terminó con una estocada pero al novillo le costó echarse; por ello, volvió a entrar a matar y dejó una media que fue suficiente. Hubo palmas para el novillero y ovación en el arrastre para el novillo.
El tercero salió suelto y a Vela le costó recogerlo. En el peto, el utrero empujó en el primer encuentro y admitió otro más. En la muleta, este jabonero resultó complicado, se defendió y se quedó cortó. Vela no se acopló en ningún momento y la faena transcurrió entre enganchones y desarmes. No anduvo acertado con los aceros y el público guardó silencio; momentos antes, había ovacionado al novillo en el arrastre.
El segundo remató de salida en un burladero y desarmó del capote a Carlos Olsina. En el caballo, el utrero se empleó en un único encuentro. En banderillas, los dos subalternos se vieron obligados a saludar. En el último tercio, el novillo resultó encastado y pedía distancia para torearlo por su excelente pitón izquierdo. El joven novillero se vio desbordado en varias ocasiones y, tras dejar un pinchazo y media en buen sitio, obligó al público a guardar silencio.
El cuarto aceptó un buen puyazo. En banderillas, Venturita tuvo que desmonterarse por sus buenos pares. En la muleta fue un novillo noble y colaborador. El novillero, poco a poco, se fue acoplando y dibujó alguna tanda de buen trazo por el derecho, muletazos que conectaron con el público. Pero mató de dos pinchazos, una media y un golpe de descabello, por lo que el silencio se repitió.