Al bien presentado encierro del criador de Guadalix de la Sierra le faltó clase y decepcionó sin paliativos.
A diferencia de lo ocurrido en la pasada Feria de Abril, cuyo encierro ofreció buen juego, el paso del hierro de Victoriano de Río por la Feria de San Isidro decepcionó sin paliativos. Nada que decir en cuanto a su presentación, pero su juego no fue el esperado y acusó falta de clase.
Se lidiaron cinco toros de Victoriano del Río y uno, el tercero, con el hierro de Toros de Cortés. El primero, encastado, resultó complicado. El segundo tuvo movilidad y apuntó calidad en los primeros tercios. El tercero fue un toro flojo y sin transmisión. El cuarto fue una ejemplar desclasado, que llegó rebrincado al último tercio. El quinto, llamado Guasón, hizo honor a su nombre y tuvo guasa para exportar, fue muy complicado y desarrolló peligro. Y el sexto no regaló las embestidas, le faltó clase y terminó parándose.
Bajo un lleno hasta la bandera, los lidiaron Sebastián Castella (oreja tras aviso y silencio tras aviso), que sufrió una cornada de diez centímetros en el tercio superior de la cara interna del muslo dercho, José María Manzanares (ovación con saludos en ambos) y Alejandro Talavante (palmas y ovación de despedida).