Con petición minoritaria, Guerra recibió un trofeo del cuarto, el que le sirvió para salir a hombros.
Ganado: Cuatro utreros de Hermanos Pérez Villena -el primero de Pérez Peña, otro hierro del mismo ganadero, bien presentados, que cumplieron en varas, nobles y de buen juego en conjunto.
Novilleros. Jesús Chover: silencio y oreja con petición de la segunda. Julián Guerra: oreja en ambos.
Presidencia: A cargo de Ruth Baigorri, asesorada por Jesús Pérez Lozano y el veterinario Pedro Oteiza, tuvo criterio a la hora de no conceder la segunda oreja del tercero y fue muy generosa al conceder una oreja del cuarto -la petición no fue mayoritaria- y regalar así una puerta grande. ¿En conjunto? Cumplió bien su cometido.
Incidencias: Menos de media plaza. Tarde lluviosa. Guerra hizo el paseíllo desmonterado. Actuó de sobresaliente el novillero pamplonés Francisco Expósito, que hizo un quite a la verónica ante el cuarto.
Una cosa quedó clara ayer: la afición taurina de Sangüesa continúa muy viva. Quedó patente en la asistencia a la plaza. Lo más fácil y cómodo era quedarse en casa, vista la tarde gris y lluviosa. Sin embargo, pese a ello, la plaza se ocupó en algo menos de la mitad de su aforo. En otros lugares, el aspecto habría sido desangelado. Esto no sucedió ayer y los asistentes soportaron el chaparrón hasta el final del festejo y de la feria.
La causa fue el juego que ofreció el encierro de Pérez Villena, que cumplió sobrado en el peto y llegó al último tercio con nobleza, sin ofrecer ningún problema. Esto permitió presenciar un festejo entretenido, en el que también la mano de obra tuvo su culpa.
En este sentido, en el ruedo sangüesino se dieron cita el día y la noche, un novillero muy rodado y otro que afrontó su segunda cita con caballos y, que, paradójicamente, fue quien se llevó el gato al agua en forma de puerta grande.
Bajito, el de Alcalá de Henares permitió que su primero recibiese largo y duro castigo en varas, algo que acusó, sobre todo, al comienzo del último tercio. Lo toreó con mejor argumento por derechazos y redondos, e incluso ligó en alguna serie. Acertó con una contraria y cobró un trofeo. Al cuarto y último, justo de fuerza y que embistió al pasito hasta pararse, no le pegó un muletazo de verdad; se conformó con acompañar la embestida con escasa limpieza. Terminó con una trasera y el palco puso lo demás.
Chover, por su parte, cuajó a su lote de capa y se lució con los palos. Dejó ver un buen tercio de varas en el tercero; el toro se arrancó de largo y pronto, y el picador dejó una buena vara. El valenciano estuvo variado con la muleta y poco certero con el estoque; y por ahí se le escapó el triunfo grande.