Miguel Serrano sufrió una herida por asta en el muslo izquierdo y fue trasladado a Pamplona para ser intervenido quirúrgicamente. Reportaje fotográfico, Mariano Pascal.
Ganado: Seis utreros de Raso del Portillo, bien presentados, con hechuras y caras variadas, con fuerza, nobles y encastados; el cuarto fue ovacionado de salida, el primero, cuarto y quinto, en el arrastre y el sexto, llamado Ultramar, número 30, fue premiado con la vuelta al ruedo.
Novilleros: Eduardo Neyra (saludos, oreja y oreja), Tomás González (silencio tras aviso, saludos y dos orejas) y Miguel Serrano (cogido).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Peralta (Navarra). 7 de septiembre de 2024.
Incidencias: Más de dos tercios de plaza. Tarde veraniega agradable. Cuarto festejo de abono. Tras banderillear al sexto, Omar Saa saludó montera en mano. Durante la lidia del primer novillo, Serrano sufrió una cornada en el muslo izquierdo; tras ser estabilizado, fue trasladado a Pamplona, donde fue intervenido quirúrgicamente. Neyra, González y el mayoral Aaron Pérez salieron a hombros.
El primer novillo le pegó una voltereta a Eduardo Neyra junto a la barrera y el peón que fue auxiliarlo, también fue prendido por el novillo. En su huida y con un capote de brega tapándole la visión del lado derecho, el novillo Urbano encontró en los medios de la plaza al novillero Miguel Serrano que acudía al quite de sus compañeros. Serrano fue levantado del suelo por el novillo que le pegó una cornada en el muslo izquierdo y a punto estuvo de llevarse por delante a otro subalterno.
Resultó el comienzo incierto de una novillada donde los actuantes se vinieron arriba sin dejarse contagiar por el infortunio, los novillos embistieron de forma encastada, con una nobleza que se transformaba rápido en listeza y las cuadrillas también acabaron copando su cuota de protagonismo.
No había sido el novillo del incidente ningún belcebú y el novillero mexicano Eduardo Neyra le había pegado unos naturales estimables. Pero pese a reponerse tras la voltereta, no pudo matarlo bien.
Saltó el orden de lidia por los aires y el festejo se convirtió en un mano a mano entre el novillero hidrocálido y el turolense Tomás González. Dos estilos distintos unidos por las ganas de triunfar en el ruedo frente a unas reses con las puntas por delante y la embestida franca.
El mexicano ya estaba quedándose con la plaza en el tercero al que pegó algunos naturales con la suerte cargada y sobre todo se asentó con Acarreado, un magnífico novillo que embestía encastado y que terminó por levantarlo del suelo y a punto estuvo de darle un disgusto. Era un poema verlo pasear valiente, con el vestido hecho girones, por la zona del tendido de las peñas a las que había brindado el toro. Tuvo arrestos para entrar a matar y llevarse una segunda oreja, tras la primera que ya cortó con redaños y poder del tercero.
La actuación de González fue de menos a más. En el cuarto fue capaz de torear con desmayo, gustándose en los muletazos.
Al sexto lo lució en tres puyazos que bordó Juan Manuel Sangüesa, que fue ovacionado y, tras una faena de toma y daca, por fin consiguió matar al novillo y triunfar. Entregó toda su alma y capacidad física para dibujar una pelea con Ultramar que emocionó y mucho a todo el mundo. Estocada de triunfo o hule y dos orejas para salir a hombros. Gran tarde y gran puerta grande.