TRIUNFO A GRANEL. CRÓNICA DE LA NOVILLADA PICADA DE TUDELA

Derechazo de Javier Marín al que abrió plaza. Fotografía: Blanca Aldanondo.

Derechazo de Javier Marín al que abrió plaza. Fotografía: Blanca Aldanondo.

El novillero Alejandro Conquero cortó las cuatro orejas posibles, pero sólo realizó una faena de verdad, con verdad.

Ganado: Seis utreros de Manuel Ángel Millares, muy desiguales de presentación, desde el cuajado cuarto a los escurridos tercero y quinto, y de juego dispar. El sexto fue premiado por el presidente con la póstuma vuelta al ruedo.

Novilleros:

Javier Marín: oreja y saludos desde el tercio.

David de Miranda: saludos desde el tercio y oreja.

Alejandro Conquero: Cuatro orejas. Salió a hombros.

Presidencia: A cargo de Eusebio Mozaz, asesorado por Pablo García Zambrana y la veterinaria Rosa López, correcta hasta regalar la segunda oreja del sexto y decidir por cuenta propia dar la vuelta al ruedo al novillo, sin que nadie la hubiese pedido.

Incidencias: Un tercio de plaza. Tarde soleada y calurosa. De Miranda y Conquero hicieron el paseíllo desmonterados. El subalterno Fernando Pereira saludó montera en mano tras banderillear al quinto. Marín brindó el cuarto a las entidades taurinas tudelanas, en reconocimiento a la labor que realizan.

Terminado el festejo, cerca del patio de caballos, un grupo de aficionados onubenses protestaba por la actuación de su paisano. “Así no puede seguir. Para no torear como se debe, es mejor que lo deje”, decían entre otras lindezas. Y es que el gran triunfador de la tarde dio una de cal y otra de arena. Ante su primero, tercero de la tarde, un novillo noble que embistió rebrincadito por su falta de fuerza, ofreció una buena imagen, de novillero que quiere. Dibujó dos tandas cortas con la diestra y otras dos de naturales en las que hubo quietud y mando. Después, optó por los pases por alto, de rodillas, pero al hilo de tablas, al límite, jugándosela abiertamente. Mató de una estocada delantera, un poco desprendida, y cobró dos orejas.

Alejandro Conquero al natural. Fotografía: Blanca Aldanondo.

Alejandro Conquero al natural. Fotografía: Blanca Aldanondo.

El mismo premio obtuvo con el buen sexto pero no lo mereció. El utrero, un negro mulato llamado Enlodado, número 52, recibió en una vara más castigo que sus cinco hermanos anteriores juntos. En último tercio, el novillo, noble por el derecho, tuvo un pitón izquierdo de verdadero lujo, de los que firman contratos, como suele decirse. Conquero no se acopló a la embestida unas veces y otras se vio desbordado por el encastado jandilla. El novillo, con gran fijeza y magnífico tranco, lo pedía todo por abajo y el novillero no se lo dio. Como dicen algunos, mentirosillo, se dedicó a torear de rodillas y a abusar de los desplantes, que calaron en los tendidos. Estuvo muy por debajo del estupendo novillo, merecedor de que el público pidiese su póstuma vuelta al ruedo. Lo único positivo de su actuación, una templada tanda con la diestra al final de la faena y las cuatro largas cambiadas de recibo, yendo e busca del novillo, con hambre de novillero. Mató de un pinchazo hondo y el palco le concedió la segunda oreja, que no mereció.

Espeluznante cogida de David de Miiranda. Fotografía: Blanca Aldanondo.

Espeluznante cogida de David de Miiranda. Fotografía: Blanca Aldanondo.

El otro onubense, David de Miranda, dejó imagen de querer ser alguien en el toreo. Ante su complicado segundo, que se orientó y buscó más el bulto que el engaño, bastante hizo con salir ileso. Sufrió una espeluznante cogida que hizo pensar en la enfermería. No fue así y todavía ejecutó dos buenas tandas.

Y ante el noble y rebrincado quinto realizó una faena de altibajos, en la que hubo destellos de gusto en varios derechazos, intercalados con otros nada limpios, ante un ejemplar que quiso rajarse. Tras unas bernardinas, terminó con una entera, que miraba hacia abajo, y fue premiado por el conjunto de su labor.

La de Marín, sin ser mala, no fue la mejor tarde. El que abrió plaza fue un novillo tan noble como dócil, que atendía al toque. Realizó una templada faena por ambos pitones y, sobre todo, remató muy bien las series con el o con los de pecho. Oreja ganada a pulso. Trofeo que no pudo lograr frente al torete que hizo cuarto, sin clase, muy deslucido y avanzando a parado. El de Cintruénigo estuvo por encima de él y le sacó todos los muletazos que tenía. Hubo petición, pero al presidente, también navarro, no le pareció mayoritaria. Como para hablar de paisanaje. En fin…

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