Los matadores de toros Pedro Carra y Francisco Expósito, y el novillero Fabio Jiménez probaron la bravura de cuatro eralas de Ganadería de Pincha. Fotografías: Ricardo y K. L.
Cuando parecía que el campo bravo navarro se había tomado un respiro, el propio de la llegada de la Navidad, José Antonio Baigorri aprovechó el inicio del invierno para realizar en su finca de Lodosa un tentadero de cuatro eralas marcadas con el hierro de Ganadería de Pincha.
Como siempre, se llevó a cabo en la plaza de tientas de la finca El Ontanal y lo protagonizaron los matadores de toros Pedro Carra y Francisco Expósito, y el novillero Fabio Jiménez.
Ante la lesión de Jorge Ramos ‘Ramitos’, la suerte de varas corrió a cargo del banderillero lodosano José Manuel Rodríguez, quien al igual que cuando se viste de luces, cumplió con alta nota su función. Otro banderillero navarro –éste de Tafalla y con el título de matador de toros en su haber- se encargó de auxiliar a los matadores de toros y al novillero, y lo hizo con la profesionalidad que le caracteriza.
Abrió la prueba el riojano Carra, que mantiene su saber y su estilo. Con mucho mando y poderío, le sacó a la erala que le correspondió todos los muletazos que tenía y que aceptó con nobleza pero escasa de clase.
El pamplonés Expósito se las vio con una vaca de parecida condición a la anterior. Supo darle los terrenos que pedía y así la dominó con pases por ambos pitones, templados, con esfuerzo y con ese gusto propio de su toreo.
A Jiménez le correspondieron la segunda y la cuarta de la tienta, y ante ambas dejó clara de su muestra de su progresión como novillero con caballos. Supo siempre lo que se traía en manos y con soltura superó la situación en sus dos intervenciones.
Entre una vaca y otra, salió al ruedo el rejoneador calagurritano Sergio Domínguez, que probó caballos de salida, banderillas y del último tercio.
Terminado el tentadero, todos los asistentes intercambiaron opiniones. Además de aficionados y amigos, allí se dieron cita, entre otros, el también ganadero Enrique Domínguez, el diestro soriano Rubén Sanz y varios de los siete tapias que intervinieron en el tentadero; entre los habituales –Patricia Sacristán, Gabriela Mayor…- destacó el buen hacer del pamplonés Pablo Hernández, que toreó con gusto y muy prometedoras formas, con un estilo propio.
Al calor de la chimenea, se sucedieron los buenos deseos para que vivamos un buen 2024, en el que no falte ni la salud ni el toreo.