La tarde se saldó con una oreja para El Fundi, y otra para El Juli, que estuvo vibrante. Salvo dos, los toros de Victoriano del Río tuvieron calidad, pero acusaron una falta de fuerza preocupante.
Ganado: dos toros de Victoriano del Río, segundo y sexto, y cuatro de Toros de Cortés, del mismo propietario y similar procedencia, bien presentados, aunque desiguales en exceso, serios de cara, astifinos, faltos de fuerza en conjunto, nobles y con clase, salvo el segundo y el sexto. Primero, tercero y quinto fueron aplaudidos en el arrastre.
El Fundi: oreja y ovación tras aviso.
El Juli: silencio y oreja con leve petición de la segunda.
Sebastian Castella: saludos tras fuerte petición de oreja y silencio tras aviso.
Presidencia: A cargo de Ana Lezcano, asesorada por Luis Echegoyen y Josetxo Gimeno, mal. Aparte de precipitarse al cambiar el segundo tercio en el sexto cuando todavía quedaba un par por poner, negó una oreja del tercero cuando la petición, además de mayoritaria, era similar a la habida en el primero, en el que sí la concedió, a última hora.
Incidencias: Lleno aparente. Tarde soleada y agradable. El Fundi, que sustituyó a Juan Mora, se despidió de la plaza de Pamplona. El torilero recibió un impacto en la cara desde un objeto lanzado desde el tendido.
Paradojas taurinas. Sólo se lidiaron ayer dos toros con el hierro titular y, curiosamente, fueron los únicos deslucidos. Los otros cuatro, de Toros de Cortés, del mismo propietario y similar procedencia, derrocharon nobleza, tuvieron clase, sin ser la tonta del bote, pero el conjunto acusó una preocupante falta de fuerza, visible especialmente en el último tercio. Pese a ello, esos cuatro fueron de triunfo y lo cierto es que sólo se cortaron dos orejas, aunque la presidencia negó otra, del tercero, pedida con fuerza, mayoritariamente por el público. Ahora bien, respecto al criador de bravo madrileño no dice mucho en favor de su pabellón ganadero que sólo lidie dos ejemplares del hierro titular, del que había contratado y anunciado la Casa de Misericordia. Como tampoco habla a favor que, en vez de presentar un encierro parejo, se lidie una escalera de entre 520 y 645 kilos.
Precisamente este ejemplar fue el primero que le correspondió al siempre esperado El Juli. Un tanque, con escaso motor, que tragó en la muleta sin clase ni fuerza, un colorado deslucido al que el diestro madrileño le hizo parecer menos malo de lo que era. Aun así, no tuvo opciones de triunfo ante él. Le sacó todo el partido posible en dos tandas con la diestra y otras dos de naturales, trabajadas más que lucidas. Mató de una estocada tan habilidosa como trasera y desprendida. Y terminó con el segundo golpe de descabello, que dio paso a la resignación del espada y al silencio de un público que quería premiarle. Quizá con el descabello se vio afectado por esa lesión de la clavícula derecha que arrastra.
El panorama cambió con la salida del quinto, en una faena en la que Cóndor fue tomando vuelo poco a poco hasta agotarse demasiado pronto. El Juli comenzó su faena con tres series en redondo, en los medios, en las que dibujó muletazos largos, mandones, tirando del toro y alargando su embestida. Mantuvo el nivel en una tanda al natural, en la que ejecutó uno a cámara lenta. Intentó otra serie pero, a esas alturas, al toro le costó embestir y acortó su recorrido. A partir de ahí, con un público entregado, ofreció una lección de sangre fría, con invertidos, aguantando con quietud inverosímil y en muy corta distancia la embestida corta del astado. Los tendidos estaban dispuestos a intentar darle las dos orejas pero pinchó y terminó con una estocada defectuosa, que redujo el premio a una justa oreja.
Idéntico premio mereció Castella del tercero, un toro noblón al que le costaba embestir tras los segundos muletazos. Lo recibió con unas finas verónicas a pies juntos. Y el recital de quietud continuó con la muleta, en una faena por ambos pitones en las que reflejó valor frío, seco. Mató de media estocada que sirvió y el palco recibió una fuerte pitada por negar la oreja que el respetable pidió por mayoría.
Frente al sexto, comenzó con un pase por alto sentado en el estribo y continuó con toreros doblones. Tras una primera serie en redondo, en los medios, parecía que el toro atesoraba calidad pero fue cambiando a peor; primero con incómodo calamocheo al terminar el muletazo y después echando la cara por las nubes por el pitón izquierdo. El espada francés, pese a todo, lo intentó en una faena de insistencia y de escaso lucimiento. Mató mal, muy mal, y emborronó algo su buena imagen.
El Fundi cortó una justa oreja al noble primero y toreó mejor al cuarto, a Fabuchero, su último toro en Pamplona, que brindó a Sergio Sánchez. Pero el público merendaba y la faena no trascendió lo que merecía, sobre todo en esos buenos episodios al natural. Tras una voltereta espeluznante, el público se mostró algo frío con él.