Bruno Martínez le robó buenos naturales a la vaca que le cayó en suerte.
Al diestro soriano le correspondió una vaca extraordinaria y al novillero pamplonés, otra de muy distinta condición. Reportaje fotográfico.
En la finca Campocerrado de Cintruénigo se dieron cita recientemente el matador de toros Rubén Sanz y el novillero Bruno Martínez para tentar dos eralas de López Vicente, de procedencia Marqués de Domecq, vía Santafé Martón. Ambas cumplieron en el peto, acudieron entre tres y cuatro veces al caballo montado por Juan Manuel Sangüesa. Pero en la muleta tuvieron muy distinto comportamiento.Al diestro soriano le correspondió una vaca extraordinaria, que atesoró mucha calidad. Le costó asentarse en el piso pero cuando por fin lo hizo, aguantó muchísimos muletazos. Sanz se dejó ir, toreó para sí, con puro sentimiento y delicioso embrujo, y deleitó a los escasos asistentes.
Por su parte, Martínez, molestado por el fuerte viento, se encontró con una vaca que se le venía encima y no dejaba que se colocase en el sitio. Cambió de terrenos y acertó. La erala no tuvo un buen pitón derecho, pero el pamplonés la aprovechó por el izquierdo, con un toreo al natural repleto de quietud y gusto.
Terminada la tienta, Sanz, tras un paseo a caballo, partió hacia Fitero para no faltar a la presentación de los carteles de la Feria de San Raimundo, en la que está anunciado, y el novillero pamplonés emprendió viaje hacia la plaza francesa de Arzacq, donde al día siguiente consiguió cortar una oreja.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX