La novillada de Carriquiri, bien presentada, no terminó de convencer por su juego.
Ganado: Cinco utreros de Carriquiri y uno, el quinto, de Martelilla, desiguales de presentación y de juego, destacando por su calidad el lidiado en sexto lugar.
Raúl Rivera: silencio y saludos desde el tercio.
Mario Diéguez: silencio tras aviso en ambos.
Álvaro Sanlúcar, silencio tras aviso y una oreja con petición de la segunda.
Presidencia: A cargo de Carlos de Miguel Altimasveres, asesorado por Félix Castillo y Ana Lucía San José. Cumplieron correctamente.
Incidencias: más de media plaza.
De las manos de Álvaro Sanlúcar salieron los mejores momentos de la tarde. Aunque en su haber sólo se anota una oreja en el sexto del encierro, su actuación fue muy completa durante toda la tarde.
Podía haber cortado otra oreja en su primero si no falla con el descabello y tampoco hubiera importado si la presidencia le concede la segunda oreja en el sexto. Sanlúcar es un torero de muy buenas maneras, poderoso con la muleta y con gusto con el capote, siempre bien colocado. Su primero fue un novillo con clase, que embistió muy humillado, pero que tuvo muy poquita fuerza. Sanlúcar lo exprimió al máximo luciéndose especialmente en una tanda de naturales de mucho nivel.
Su segundo novillo, al que cortó la oreja, fue el mejor del encierro, ya que embistió con nobleza y con recorrido, permitiendo muletazos muy largos y templados, especialmente por el pitón derecho. Esta vez mató de una estocada arriba.
Raúl Rivera estuvo especialmente destacado en los tercios de banderillas. Después, con la muleta, se le vio algo precipitado en su primero, un novillo de mal estilo que embistió al paso y sin humillar. Más templado estuvo ante el quinto, utrero con una embestida noblota y sosa. Rivera lo templó en derechazos a media altura con gusto, pero mató de un horrible bajonazo.
Mario Diéguez dejó detalles en dos faenas intermitentes, en las que le costó coger el aire a los novillos.
Texto: Miguel Pérez.