PELIGRO Y PRIMER HERIDO POR ASTA EN EL QUINTO ENCIERRO DE TAFALLA

Los toros de Prieto de la Cal corrieron muy sueltos. Fotografía: Noemí Larumbe.

El pamplonés Diego Jiménez fue corneado por el primer toro en la entrada a la plaza.

Muy peligroso. Los cinco toros de la ganadería vazqueña de Prieto de la Cal hicieron que los corredores del quinto encierro de Tafalla tuvieran que pensarse dos veces si merecía la pena jugarse la vida delante de los animales. Muchos optaron por no hacerlo, se hicieron a un lado y, subidos en la seguridad del vallado, contemplaron el paso de los, eso sí, preciosos astados de la ganadería onubense. Parecía como si el peligro estuviera sondeando el mejor momento para embestir, con la respiración siempre contenida y los cuernos intentando restar los pocos centímetros que les separaban de los mozos. Muchos decidieron que como mejor se vive la adrenalina es en los momentos de verdadero riesgo. Aquellos en los que durante unos pocos segundos se tiene en la mano, y en las piernas, la consecución de una carrera física hermosa derrochada al máximo que, en ocasiones, puede tropezar con la mala suerte de un movimiento erróneo o con la quemadura de una cornada en dirección a la enfermería. Cuestión de segundos, y de centímetros.

A los de Prieto de la Cal pareció molestarles el madrugón y castigaron a los corredores mirando hacia los laterales, pocas veces al frente. Hermanados y muy estirados. Con prisas. Tantas que Lucero, toro jabonero, se cayó y la manada le pasó por encima. Casi enfadado, se levantó de nuevo y atrapó la cabeza de la manada con un físico imponente. Allí dos de sus hermanos buscaban a los corredores a izquierda y derecha, tras salvar la curva de la farola. Muchos tropiezos y muchas caídas. Uno de ellos el peraltés Íñigo Alfaro Moreno, de 22 años, que recibió un pisotón en los riñones al inicio de la avenida Sangüesa y tuvo que ser trasladado al centro de salud de Tafalla para ser sometido a una exploración radiográfica que descartara fisuras.

Tras superar la curva de la farola, Ligero se puso en cabeza y le persiguió el jabonero, segundo y con mucho peligro. El pamplonés Diego Jiménez Grocin aprovechó el espacio y se colocó entre ambos. Miró atrás para controlar la distancia. Miró adelante y se encontró al primero. Quieto, esperándole. Una cornada de unos 4-5 centímetros en la cara anterior del muslo derecho. Lo lanzó por los aires y se quedó tendido en el suelo. Luego intentó levantarse pero no pudo. Se apoyó contra un árbol y esperó a que llegaran las asistencias. Fue el primer corneado.

Crónica: José Miguel Sánchez.

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