OSORIO Y ROMERO COMPARTEN LA PUERTA GRANDE DE SANGÜESA

Los novilleros Osorio, a la izquierda, y Romero salieron a hombros en Sangüesa. Fotografía: Pascal.

El encierro de erales de Villamarta, pobre de cara, fue remendado con dos ejemplares navarros de Zahorí, de Falces.

Ganado: Cuatro erales de Villamarta y dos de Zahorí, tercero y quinto, pobres de cara los de Villamarta, escurridos los de Zahorí. Primero y segundo, blandos; tercero, con genio y distraído; cuarto, encastado; y el sexto, noble, el mejor de los del primer hierro.

Novilleros: Antolín Jiménez (saludos y silencio), Julio Romero (oreja en ambos) y Miguel Osorio (silencio y dos orejas).

Presidencia: A cargo de Marta Tiebas, asesorada por Francisco Gómez y el veterinario Pedro Oteiza, prácticamente pasó desapercibida.

Incidencias: Más de un tercio de plaza. Tarde soleada y agradable. Tercer festejo con muerte del abono. Romero y Osorio salieron a hombros.

El ciclo de novilladas que ha programado la nueva empresa de Sangüesa ha poblado los pasquines con alumnos de las escuelas taurinas de Andalucía. Son chavales que se recorren la península de punta a punta con la ilusión de hacer un paseíllo.

Algunos tendrán más motivos para estar en los carteles y otros más padrinos. Muchos vienen acompañados de sus familias que se han hecho cientos de kilómetros en días de labor, para acompañar al cuerdo loco del toreo que tienen en casa. Los animan, los jalean, sufren con ellos y les dan consejos desde el tendido.

Pero quien hace la selección en la arena es el novillo y cuando los sangüesinos sacan a hombros a torerillos en formación siempre lo hacen con algún mérito.

Este jueves, 15 de septiembre, descubrimos dos gentilicios y un torero. A hombros salieron un ursaonense y un arcense. El segundo, que se llama Miguel Osorio y es de Arcos de la Frontera, mostró además que no sólo tiene cara de torero sino que tiene cualidades y corazón para torear.

Y eso que costó verlas, porque el choto de remiendo que salió en tercer lugar le puso las cosas complicadas y sólo pudo quitárselo de en medio a base de cabeza fría.

Pero sería con el novillo que cerró plaza, el de más fondo y cuajo de Villamarta, con el que Osorio se reveló como un incipiente torero cabal, citando siempre al novillo de frente, pasándose cerca al animal, rematando atrás la suerte y sin perder pasos ni para tomar impulso. Una faena bajo los sones de Agüero, que tuvo poso y el colofón de la estocada de la tarde otorgándole un triunfo legítimo.

Le acompañó a hombros el novillero de Osuna Julio Romero que mató rápido a sus toros y se mostró como un buen desactivador de las minas que los novillos le plantaban en el camino.

Antolín Jiménez, que venía de triunfar el domingo en Fitero, protagonizó momentos de valor en los recibos de sus toros, bien con faroles de rodillas o con un intento de portagaonera, al estilo de la que realizara en su día Iván Fandiño en Pamplona. Con la muleta se mostró placeado y capaz, pero al llegar a la hora de matar echó todo a perder pegando un mitin con la espada.

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