Manolo de los Reyes, tras clavar, en la misma cara del toro.
El banderillero pamplonés toreó en la novillada matinal, de El Retamar, y en la corrida de toros vespertina, de Cebada Gago.
Manolo de los Reyes protagonizó el sábado pasado en la plaza de Vic Fezensac un episodio nada usual, como para los anales taurinos de esa localidad francesa. Toreó por la mañana a las órdenes de Dorian Canton en una novillada picada con utreros de El Retamar, y por la tarde a las órdenes de Thomas Dufau en una corrida de toros de Cebada Gago. Y en ambos festejos, tuvo que salir a saludar montera en mano por su lucida actuación.
Otro par espectacular.
Por la mañana, banderilleó espectacularmente al cuarto y último de El Retamar, tanto que, según cuentas las crónicas, “la plaza se puso en pie y sonó una ovación señorial, justa y merecida”. Después, el novillero Canton consiguió una oreja. Lo mismo había hecho con su primero, por lo que salió a hombros.
Por la tarde, volvió a vestirse de luces para torear a las órdenes de Thomas Dufau un encierro de muy serios toros de Cebada Gago, un encierro que tuvo mucho interés para el aficionado. De los seis, el sexto fue un toro de imponente presentación. Manolo de los Reyes volvió a dar una lección con los rehiletes y de nuevo tuvo que saludar montera en mano. El matador de toros francés le cortó una oreja, lo mismo que había hecho con su primero. Y el toro fue ovacionado en el arrastre. Dufau salió a hombros; Chacón y Pinar se fueron de vacío.
Manolo de los Reyes, asomándose al balcón.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX