Tarde triunfal del peruano Roca Rey, que mereció la salida a hombros pero con un trofeo menos de los tres concedidos. Imágenes (Enfoque Taurino).
Ganado: Seis toros de Fuente Ymbro, bien presentados, serios de cara, astifinos, nobles y con buen fondo en conjunto; con transmisión y calidad los dos primeros y a menos el resto; el sexto, con la mano derecha rota, fue premiado con una vuelta al ruedo que no mereció.
Diestros: Miguel Abellán (silencio en ambos), Paco Ureña (silencio y silencio tras aviso) y Roca Rey (oreja y dos orejas).
Presidencia: A cargo de Joseba Asiron, asesorado por la veterinaria Nuria Crespo y por Juan Ignacio Ganuza, correcta hasta el sexto toro y pésima después por conceder las dos orejas del último de la tarde y ordenar la vuelta al ruedo a un toro que no la mereció.
Incidencias: Lleno hasta la bandera. Tarde soleada y muy calurosa. Roca Rey, que hizo el paseíllo desmonterado, pasó a la enfermería tras matar al tercero; en ella se le apreciaron varias contusiones y un puntazo en el escroto, del que fue intervenido con anestesia local; seguidamente, recibió el permiso médico para lidiar al sexto de la tarde.
Desde hace siglos, muchos han puesto en duda si el vestido de torear tenía baterías, pilas, para que se encendiesen las luces. Hasta los más incrédulos tuvieron que reconocer ayer que esas pilas existen. De hecho, Roca Rey, tras una escalofriante cogida, toreó con esas pilas al aire. Y, visto lo visto, tuvieron que ser de calidad duracel, pues siguieron brillando, por lo menos, hasta la muerte del sexto.
Y es que el peruano demostró que tiene muchos co… pilas y que técnicamente es, a sus diecinueve primaveras, un virtuoso del arte de torear.
Triunfó con una corrida que agradó al respetable, pero que fue a menos. Buenos los dos primeros toros, por su nobleza, por su repetición, por su transmisión. Y, tras ellos, rajado el tercero; noble en soso el cuarto, no superó la prueba de la merienda, deslucido el quinto y noble el sexto, pero se acabó pronto; normal, con una mano rota.
De este modo, el presidente del festejo hizo historia. Concedió la vuelta al ruedo a un toro con la mano rota que, lógicamente, se acabó pronto. De no haberla tenido rota, ¿lo habría indultado? La presidencia regaló otra lección de ignorancia. Concedió de golpe las dos orejas -dos pañuelos- a un diestro que había acabado con el toro con una estocada caída. Al final, uno quedó pensativo. Si el presidente de ayer rige la ciudad con similares golpes de mando, que Dios nos pille confesados a los pamploneses.
Y, casualidades taurinas, el año pasado, en la corrida del día 7, el más joven de la terna, que se presentaba en la plaza, el que estoqueó los toros tercero y sexto, cortó tres orejas y se erigió en triunfador de la feria. La historia se repitió ayer. Toros tercero y sexto para el peruano, que se presentaba, y tres orejas también. ¿Será el triunfador del ciclo sanferminero asimismo? Volverá a torear el día 13 pero habrá que esperar para saberlo hasta el 14.
Respecto a lo visto en el ruedo, la tarde cambió tras la cogida del espada peruano por el rajado tercero, que se fue descaradamente a las tablas de sol. En tal terreno, intentó emprender la lidida pero el toro hizo presa y la cogida fue espeluznante. El americano se repuso, y con la taleguilla rota, sin importarle que sus partes estuvieran al aire. le robó varias tandas de naturales, sin inmutarse, seguro de sí mismo, de su privilegiada técnica, con una plaza entregada y ante un toro que rehuía la batalla. Se tiró a matar y reventó al de Gallardo. Justa oreja. Al sexto, Soplón, comenzó pegándolo un par de cambiados en los medios, de quitar la respiración, y continuó con en redondo bajando la mano. Después, el toro, con su mano rota, se apagó y el peruano optó por las cercanías. La plaza ya estaba volcada otra vez con él. Se perfiló para matar y dejó un estoconazo caído. La presidencia puso lo demás.
Respecto a Miguel Abellán y Paco Ureña, realizaron sendas buenas faenas a los primeros de sus respectivo lotes, con temple y mando. Pero los dos pincharon y por ahí perdieron la posibilidad de cobrar trofeos.
El madrileño, ante el noble cuarto, no logró superar el desendimiento que provoca la merienda. Y el murciano estuvo por encima del deslucido quinto. La disposición de ambos fue de agradecer. Digna imagen.