JOSÉ ANTONIO BAIGORRI APORTA EN LODOSA UN CAPÍTULO A LA HISTORIA TAURINA DE NAVARRA

El buen ganado de Baigorri convirtió la plaza de Lodosa en una fiesta.

El ganadero navarro lidió por primera vez una corrida de toros y lo hizo con muy buen pie; de hecho, dos de sus toros fueron premiados con la póstuma vuelta al ruedo. Galería fotográfica.

Ganado: Seis toros de Ganadería de Pincha, bien presentados -varios ovacionados de salida-, con kilos, cuajados, nobles, con fijeza, aunque de juego dispar: los dos últimos fueron premiados con la vuelta al ruedo.

Toreros: Esaú Fernández (dos orejas y saludos), Gómez del Pilar (saludos tras dos avisos y oreja) y Javier Jiménez (saludos tras aviso y oreja tras aviso).

Lugar y fecha: Plaza de toros de Lodosa (Navarra). 4 de julio de 2021.

Presidencia: A cargo de Luis López Gainza, asesorado por Adrián Vaquero y Carlos Sánchez Ratia, se mostró generosa en la concesión de la segunda oreja del primero; por lo demás, mantuvo un buen criterio.

Incidencias: Lleno sobre el aforo reducido. Tarde soleada y muy calurosa. Primera corrida de toros de la historia de Lodosa y del ganadero Baigorri. El varilarguero tudelano José Manuel Sangüesa fue ovacionado tras picar al quinto. Este toro fue banderilleado por Cebadera y Rafael González, que saludaron montera en mano tras realizar brillantemente su labor. El ganadero y sus hijas Patricia y Rocío dieron una aclamada vuelta al ruedo tras la muerte del sexto. Esaú Fernández y el mayoral, Francisco Hidalgo, salieron a hombros.

En Lodosa no sólo triunfó ayer José Antonio Baigorri, los diestros, en mayor o menor medida y el público; realmente, triunfó con mucho peso la Tauromaquia. Finalmente, los ochocientos espectadores, llegados desde muy diversos puntos de Navarra, ofrecieron un recital de educación, de saber estar, y supieron soportar la presión de la autoridad, que resultó algo atosigante. La gente abandonó la plaza con deseos de volver a presenciar un festejo taurino y eso es muy importante; quizá, lo más.

Por otro lado, el ganadero José Antonio Baigorri tardará en olvidar -o jamás lo hará- su debut con corridas de toros. Oloroso-14, Operista-96, Cantinero-91, Riojano-89, Oloroso-99 y Cantinero-10 formaron, por orden de lidia, un encierro para la historia taurina de Lodosa y de Navarra. Con diferentes calificaciones, claro.

El primer Oloroso, el que abrió plaza, hizo una salida al ruedo fea. Derrochó nobleza, como el resto de sus hermanos, pero de una manera sosa, apagada. Pareció que le pasaba algo, que soportaba algún problema. Después, cumplió en una vara larga, tras permitir lucirse a la verónica al andaluz Fernández. En el último tercio, realizó una faena cómoda, más asentada por el derecho y mató de una gran estocada, de efectos rápidos, que provocó la aparición del segundo pañuelo blanco.

El cuarto, Riojano, fue un toro chungo. Tardo, tirando a parado, le costó pasar y lo hizo en corto recorrido. El sevillano le robó muletazos sueltos a base de insistir. Con media estocada y un descabello, puso fin a su actuación.

El segundo en torear fue Gómez del Pilar, que se llevó el lote, que fue quien mejores maneras mostró y que, sin embargo, paradojas del toreo, no consiguió salir a hombros. En ambos, no anduvo fino los aceros y por ahí se le escapó el triunfo grande. Ante su primero, Operista, se lució con el capote, con verónicas, chicuelinas, navarras… En la muleta, se encontró con un toro alegre, que atesoró clase y que tuvo su castita. La faena se desarrolló en series cortas por ambos pitones. Tras unas manoletinas, se le fue la mano con la mano con la espada: una estocada muy baja, un pinchazo, una entera desprendida y dos descabellos. Todo ello dio tiempo a que sonaran dos avisos. El toro fue aplaudido en el arrastre.

Después, se las vio con el quinto, el otro Oloroso, el mejor toro del encierro, un encastado ejemplar que aceptó dos varas, ambas de José Manuel Sangüesa, la segunda arrancando desde los medios. Fue un toro noble, con recorrido, repetidor, que embistió haciendo el avión. Del Pilar dibujó una faena con dominio y quietud, con interminables y armónicos redondos, que se sucedieron muy ligados. Supo aprovechar el magnífico pitón derecho del astado. El trasteo sí tuvo un defecto: el toreo del madrileño fue, en ocasiones, demasiado encimista; debió darle más distancia al bravo toro. Por desgracia, de nuevo se le atragantó un poco el estoque: dos pinchazos y estocada tendida que mató. El toro fue premiado con la vuelta al ruedo y a su matador de le concedió una oreja, aunque no hay que olvidar que el toro era de dos.

Por último, a Javier Jiménez le correspondió el otro toro chungo de la tarde, Cantinero-91, un ejemplar que no terminaba de pasar, que se defendía, echando la cara arriba. El también sevillano optó por las cortas distancias y así robó muletazos sueltos de mérito. Terminó con un pinchazo hondo y un certero golpe descabello, y se vio obligado a saludar.

Ante el sexto, Cantinero, un toro con mucho motor, que derrochó clase hasta que se acabó, Jiménez realizó una faena de altibajos, en la que combinó buenas series con momentos em los que se vio desbordado. Pese a ello, cortó una oreja previo aviso.

Y al final, apoteosis. Vuelta al ruedo del ganadero con dos de sus hijas y salida a hombros del mayoral, Francisco Hidalgo, junto a Esaú Fernández. En definitiva, una tarde de toros para recordar.

This entry was posted in Actualidad and tagged , , , , , , , , , . Bookmark the permalink.

Comments are closed.