El fallo con el rejón de muerte le obligó a irse de vacío en su última actuación
Pablo Hermoso de Mendoza concluyó el pasado domingo su campaña por tierras en mexicanas en la Plaza Monumental Lorenzo Garza de Monterrey, donde no cortó trofeos por fallar con el rejón de muerte ante un público entregado que prácticamente llenó el coso y que lo abandonó encantado de lo que había presenciado.
El caballero navarro alternó con los diestros mexicanos Alberto Espinoza «El Cuate» y Juan Pablo Sánchez, que tampoco consiguieron cortar trofeo alguno. Bajo un calor asfixiante, cercano a los 40 grados, se enfrentó a dos toros de Fernando de la Mora, manejables en general.
A su primero lo recibió con Machado, caballo con el que enceló al toro en los medios, con un preciso toreo circular en escaso terreno. En banderillas, Chenel se encontró con un ejemplar que embestía con buen son; se lució con su elegante toreo de costado, rematado con cambios por los adentros en tres ocasiones. El toro se empleó a fondo pero, para cuando salió Ícaro, había perdido mucho gas, por lo que la labor de este caballo no pudo brillar lo deseado. En el tercio final, el estellés calentó los tendidos con las cortas y con la suerte del teléfono. Sin embargo, con el rejón letal descordó al toro y así se esfumó cualquier posibilidad de premio.
La faena al quinto de la tarde, de 530 kilos, se desarrolló al revés que la anterior, fue de menos a más. La comenzó con Saramago, que templó con la bandera de forma magistral. El trasteo comenzó a tomar vuelo con la salida de Manolete, que pisó terrenos más que comprometidos, salió de los embroques sereno, y toreó con la cola en varias ocasiones. Después, Pata Negra puso los tendidos al rojo vivo en dos banderillas.
Todo indicaba que iba a llegar un nuevo triunfo. Salió Pirata y con él clavó su jinete tres rosas, un espectacular par de cortas a dos manos, y volvió a adornarse con la suerte del teléfono. Pero no acertó al matar. Tras dos pinchazos y dos rejonazos todo hizo que tuviese que conformarse con una ovación.
En cualquier caso, atrás quedaban 28 tardes en México, saldadas con 21 puertas grandes y con el corte de 63 orejas y siete rabos, cantidades que ofrecen clara muestra de la triunfal temporada mexicana que ha protagonizado.