El torero navarro ya había indultado un astado hace casi seis años en la plaza mexicana de Durango.
Pablo Hermoso de Mendoza volvió a hacer historia el último día del pasado año, pues indultó un toro en Cali, algo que ningún rejoneador había conseguido a lo largo de la historia taurina de Colombia. Un indulto que tuvo cierto aire de premonición, pues, en mayo, cuando cerró el contrato con los empresarios colombianos, una exigencia menor del estellés fue lidiar el último toro de 2011 en Cali.
Y así lo hizo. Mientras en Navarra se recibía con júbilo el nuevo año, a ocho mil kilómetros de distancia, en el ruedo de Cañaverlejo y ante algo menos de quince mil personas, el torero estellés alcanzaba la gloria al salir a hombros por la Puerta del Señor de los Cristales, después cortar los máximos trofeos simbólicos, de indultar al toro Tabacoso, número 86, de 494 kilos y marcado con el hierro de Ernesto González.
Y eso que la tarde no comenzó nada bien para los intereses del maestro navarro. El primero de su lote fue un ejemplar manso, reservón, sin transmisión y con mucho peligro sordo, un regalito al que se enfrentaron Garibaldi, Manolete, Dalí y Pirata, monturas que se lo quitaron de encima como pudieron y que colaboraron a que su dueño recibiese aplausos por el esfuerzo ante el marrajo.
El panorama cambió con la salida del citado Tabacoso, con el que Hermoso de Mendoza volvió a sentar cátedra, alcanzó el “cum laude” en el toreo a caballo. Desde que lo recibió sobre Estella y hasta la última rosa con Pirata, el bravo y noble animal nunca volvió la cara ni reculó ni mostró querencia tablas. A los pocos segundos de pisar el ruedo, ya estaba encelado en la cola de Estella, con elegante toreo circular primero hasta pararlo y luego por lo ancho del anillo.
Pero la locura en los tendidos comenzó en banderillas, sobre todo con Chenel, otro caballo que ya entrado en la historia del rejoneo. Pese a arrastrar algo de fiebre, mantuvo en pie al público de Cañaveralejo durante toda su faena. Midió templado y pudo con el toro en el galope de costado, rematado por los adentros en tres vibrantes ocasiones. Tan a gusto estaban caballo, jinete, público y, posiblemente, hasta el toro, que el navarro colocó un tercer palitroque, reuniéndose perfecto en el estribo.
Pablo acabó abrazado al cuello de Chenel en una imagen de agradecimiento y así se retiró para dar entrada a Ícaro. Con el bayo, el toreo largo dio paso al de distancias muy cortas, inverosímiles a veces, al toreo más de arrimón, de llevarlo pegado al cuerpo, en una cara a cara de puro alarde de valor.
Por último, sobre Pirata colocó tres cortas cuando la plaza era puro delirio. Agarró el rejón letal y el público pidió con fuerza el indulto del toro. Al presidente le costó pero terminó concediéndolo. El navarro se retiró andando, ovacionando a su oponente. Tabacoso fue bravo hasta el final, pues, incluso cuando lo metían al chiquero, se arrancó hasta el otro lado de la plaza, donde en un burladero esperaba Hermoso de Mendoza, como si todavía lo buscase para seguir luchando.
La histórica noche se cerró con perfecto colofón. Cuando el navarro paseaba las dos orejas y el rabo simbólicos de Tabascoso, saltaron al ruedo varios toreros y subalternos españoles que habían presenciado el festejo y levantaron al maestro en hombros. De este modo, terminó la vuelta al ruedo y dio otra más que lo llevó hasta la calle por la Puerta del Señor de los Cristales. Abellán, Mora, Luque, Soro, Jaro… acompañaron al estellés hasta el vehículo que lo llevó al hotel donde se alojaba.
Fue la séptima de la feria de Cali, que registró tres cuartos de plaza. El navarro alternó con José Fernando Alzate, que cortó tres orejas y también salió a hombros, y con Arturo Saldívar, que se fue de vacío. Todos ellos lidiaron toros de Ernesto González Caicedo, de excelente presentación y muy nobles, con ese sexto indultado.
Segundo indulto
El del 31 de diciembre en Cali fue el segundo indulto que conseguía Pablo Hermoso de Mendoza. El primero lo logró hace casi seis años, el 12 de marzo de 2005, en la plaza mexicana de Durango.
En aquella ocasión, el ejemplar indultado fue el llamado Palomo, número 49, de 500 kilos y de la ganadería de Bernaldo de Quirós. El navarro lo lidió entonces con Curro de salida, el ya fallecido Fusilero y Chapulín en banderillas, y Toscano en el tercio final, una monturas que reflejan claramente el paso del tiempo.