FALLECE VICTORIANO POSADA, DIESTRO QUE TOREÓ UNA TARDE EN PAMPLONA

Victoriano Posada.

Victoriano Posada.

Aunque salmantino de nacimiento, estaba afincado en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil.

Victoriano Posada, matador de toros salmantino pero afincado en Ecuador, falleció el sábado pasado, 29 de agosto, en su casa de Guayaquil, a los 90 años de edad. En Navarra, tanto de novillero como de matador de toros, toreó en plazas como las de Pamplona, Tudela, Tafalla y Corella.

Fue uno de los grandes toreros salmantinos y pionero -tras su coetáneo Emilio Ortuño ‘Jumillano’- en gozar de reconocimiento lejos de esta tierra. Aunque no logró el lugar de relumbrón que debería alcanzar acorde con sus condiciones, sí dejó en el toreo el regusto de su clase y el aroma de su personalidad, junto a la exquisitez de sus condiciones humanas.

A partir de 1950, comenzó a torear regularmente en novilladas y festivales, ganándose el respeto de una afición que se ilusionó con el muchacho. En esa etapa, se fijó en él Florentino Díaz Flores. De su mano se preparó para dar el salto con picadores, algo que hizo en la plaza carabanchelera de Vista Alegre, el 8 de junio de 1952, compartiendo cartel con Paquiro y Pacorro, y logra un éxito tan importante que le supuso repetir varias tardes más a ese escenario, manteniendo el alto nivel de su presentación en todas.

En 1953, toreó sus últimas novilladas, para tomar la alternativa el 23 de mayo de 1954 en la Monumental de Barcelona, una plaza sabedora de su calidad, siendo apadrinado por el venezolano César Girón y testificado por el albaceteño Juan Montero, lidiándose ganado de Alipio Pérez-Tabernero Sanchón.

Tres años después, en 1956 se vistió de luces en quince ocasiones. Fue su última temporada como matador de toros. No volvió a torear de luces.

De Victoriano Posada quedó la huella de un torero de mucha clase que debió ser una figura y dejó su impronta como muletero excepcional. Gozó de muchas simpatías y en su tierra fue reconocido.

Desde su casa de Guayaquil siempre estuvo al tanto de sus negocios, también de su pasión por la pintura -fue un excelente pintor- y vivió pendiente de la actualidad taurina. Hombre hogareño era padre de una larga familia, de hijos y nietos, a los que adoraba. Se ha ido un gran torero y Salamanca ha perdido a un charro universal. Descanse en paz.

En Navarra

Victoriano Posada toreó únicamente una tarde en Pamplona, festejo al que hay que sumar otros en plazas navarras como las de Corella, Tudela y Tafalla.

En la capital navarra hizo el paseíllo el 4 de junio de 1953, festividad del Corpus Christi, para lidiar una novillada picada, festejo que registró una buena entrada. Alternó con Mario Carrión, que dio una vuelta al ruedo, y con Ángel Remiro, que recibió los tres avisos en su primero. Se lidiaron seis novillos de Cándido García, de Salamanca, variopintos, que dieron mal juego, con más mansedumbre que otra cosa. Tras matar a su primero, de dos pinchazos y una ladeada, dio dos vueltas al ruedo. Y otra más cuando dobló el quinto, después de una faena variada ante un toro de media embestida que impidió el lucimiento.

Dos años antes, Posada había toreado en Corella, en una novillada sin picar, en la que alternó con Espartero y Curro Ballesteros. Todos ellos lidiaron seis erales salmantinos de Melchor Cuadrado.

Al año siguiente, intervino en Tafalla en una novillada, en la que toreó mano a mano con José María Recondo. Los dos novilleros se repartieron un par de orejas. Dos años después, hizo en esta plaza su presentación en Navarra como matador. Fue una corrida de toros mixta, en la que compartió cartel con el rejoneador Bernardino Landete, que le cortó las dos orejas a la res que lidió, y con el diestro mexicano Luis Briones, que se fue de vacío. El salmantino consiguió cortarle una oreja al segundo de su lote.

Por último, en 1955, en la festividad de Santiago, hizo su único paseíllo en Tudela, para lidiar seis toros vallisoletanos de Molero. Alternó con Pablo Lozano, que fue abroncado en sus dos toros, y con Joselito Torres, que paseó en triunfo una oreja del segundo. Posada nada consiguió de su primero, pero le cortó una oreja al sexto y último de la tarde.

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