
Tres toros de El Ventorrillo, de la camada de 2020, que terminarán su vida en el matadero.
Su propietario, Fidel San Román, ha decidido acabar con la vacada que compró a Paco Medina en 2005. En Navarra lidió dos tardes, ambas en Pamplona: en 2008 y 2009. Imagen: Aranda.
Fidel San Román, propietario de El Ventorrillo (encaste Juan Pedro Domecq Solís) ha decidido mandar al matadero casi al completo la ganadería que adquirió en 2005 al recordado Paco Medina. La decisión está tomada y ya ha sacrificado varios lotes de animales, entre los que se encuentran vacas y sementales.
Según publica Aplausos, incluso los cuatreños y cinqueños, que iban a ser lidiados esta temporada, tendrán tan terrible final, sin pasar antes ni por la plaza de tientas.
Los animales más jóvenes, los becerros destetados que iban a ser herrados este año, tanto machos como hembras, así como algunas eralas, en total alrededor de 400 cabezas de ganado, serán adquiridos con toda probabilidad por su sobrino José Antonio San Román, propietario de la ganadería Monte la Ermita. El acuerdo no está todavía cerrado y se desconoce qué cantidad de animales viajarán desde la finca toledana a su nuevo destino en Madrid.
Dos tardes en Pamplona y un premio… o medio
Fidel San Román lidió dos tardes en Navarra, ambas en Pamplona. Debutó el 10 de julio de 2008 y lo hizo magnífico pie. Lidiaron esta corrida Antonio Ferrera, Juan Bautista –los dos se fueron de vacío- y Salvador Cortés, que consiguió una oreja del sexto.
Los seis toros estuvieron bien presentados, astifinos, con mucha romana, nobles, con fijeza, incluso repetidores pero apagados, bobalicones, nada sobrados de fuerza y algunos como asfixiados. El agobiante calor que se padeció ayer en la plaza pareció afectar a todos: a público, a espadas y a la materia prima.
“Los toros de El Ventorrillo debutaron en Pamplona, pero no aprobaron el duro examen. Con mucha romana, demasiada, nada se le puede objetar a sus ofensivas y astifinas caras. Otro cantar fueron sus excesivos kilos, que acusaron a la hora de desplazarse sobre la arena de la capital y que quedó patente en una suerte varas que apenas existió. Ninguno mostró el más mínimo indicio de mala idea. Se movieron con fijeza y nobleza, apagada unas veces y bobalicona otras; repitieron en el engaño, pero en muy corto recorrido, lo poco que podían y alguno, como el quinto, pareció asfixiado, completamente agotado”, publicó Diario de Navarra.
Pese a ello, el encierro debió gustar al jurado del premio Feria del Toro a la mejor corrida del ciclo, pues le concedió tal galardón, compartido con Miura. Esta distinción le aseguró su presencia al año siguiente. En 2009, el 9 de julio, saltaron al ruedo seis toros de Fidel San Román, desiguales de presentación, ofensivos, astifinos, nobles, descastado y escasos de todo, de fuerza, de chispa y de raza, con un cuarto pitado en el arrastre. Un conjunto muy malo, de un hierro que no volvió a ser contratado.
En aquella ocasión, El Cid fue cogido por el primero y sufrió una herida en el escroto y una cornada de dos trayectorias en el muslo derecho, de pronóstico menos grave. Por este percance, el festejo quedó convertido en un mano a mano. Sebastián Castella le cortó una oreja al tercero, la única de la tarde, y José María Manzanares estoqueó también tres toros y se fue de vacío. Pese a ello, este diestro tiene el honor de haber estoqueado al último toro de El Ventorrillo lidiado en Pamplona.