Con divisa roja, amarilla y roja, sus reses bravas se crían en las fincas funesinas de Barbadillo e Iñestar.
El funesino Pedro Domínguez Guendulain, uno de los más veteranos ganaderos navarros, falleció el martes pasado en Pamplona a los 75 años de edad. Su funeral, celebrado ayer en la iglesia parroquial Santiago Apóstol de Funes, se convirtió en una muestra de afecto del mundo taurino de Navarra hacia el finado.
Pedro Domínguez comenzó su andadura como ganadero en 1983, cuando su padre, José Domínguez Martínez, que había formado la ganadería diez años antes con reses de Gavás, Nogué, Viuda de Lampre, Santafé Martón y Julio Aguirre, cedió el hierro ganadero a cuatro de sus siete hijos; concretamente, a Enrique, Ángel, Pedro e Ignacio, que lo anunciaron a nombre de Hermanos Domínguez Guendulain. El hijo mayor, José Luis, ya fallecido, buscó otros terrenos profesionales y marchó a América. La única hija, Amelia, tampoco se dedicó a la crianza del ganado bravo. El séptimo, el más joven, Vicente, heredó algunas vacas y compró más a otros criadores; así fundó su propio hierro, de Casta Navarra.
Once años después, los cuatro hermanos citados dividieron el ganado. Pedro creó su hierro, del que actualmente se encarga su hijo, Pedro Jesús Domínguez Esparza. Ignacio vendió su parte a Alfonso Baena, de Zaragoza, y abandonó así su faceta de ganadero. Y fueron Enrique y Ángel quienes continuaron con el de Hermanos Domínguez.
Con divisa roja, amarilla y roja, las reses bravas marcadas con el hierro de Pedro Domínguez se crían en las fincas Barbadillo e Iñstar, ambas de Funes. Ganado bravo que en localidades de La Rioja, Aragón, Valencia y, por supuesto, Navarra, seguirá luciendo orgulloso el hierro de Pedro Domínguez. Descanse en paz.