EL PAMPLONÉS HERNÁNDEZ CORTA UNA OREJA EN SU DEBUT DE LUCES

Pablo Hernández cortó la única oreja de la tarde y la primera vestido de luces.

El novillero navarro paseó en triunfo el único trofeo de la tarde en la plaza francesa de Castelnau Rivière Basse y fue declarado triunfador de la novillada sin picadores. Galería fotográfica.

El novillero Pablo Hernández dio ayer un paso importante en su profesión, debutó vestido de luces, y lo hizo con magnífico pie porque, aparte del trofeo que consiguió, el único de la tarde, convenció, dejó buena imagen en el ruedo francés de Castelnau Rivière Basse.

Esta plaza francesa fue el escenario de una novillada sin picadores en la que se lidiaron seis erales de otros tantos ganaderos franceses; concretamente, tres de suroeste –L’Astarac, Le Lartet y Malabat- y tres del sudeste –Turquay, Barceló y La Suerte-. Este encierro estuvo muy bien presentado, fue astifino, tuvo trapío, incluso demasiado para una novillada económica; en este sentido, los ejemplares de Barceló y La Suerte mostraron hechuras de utreros.

El joven pamplonés hizo el paseíllo con Clément Hargous (silencio con el de Turquay, noble, con calidad, pero escaso de fuerza, y palmas con el de Malabat, fácil pero manso, acusando las querencias) y Rafael Ponce de León (silencio en ambos, con el de L’Astarac, con movilidad pero embistiendo a media altura –lo mató mal- y con el quinto, de Barceló, un tío, cornidelantero, muy astifino, pero el peor del encierro, ante el que nada pudo hacer).

El espada navarro se encargó del tercero y del sexto, de Le Lartet y La Suerte, respectivamente. Su primero embistió con clase de salida, condición que aprovechó el pamplonés para saludarlo con una larga cambiada y un magnífico ramillete de verónicas hasta los medios, que provocaron la ovación del público.

Ya con la muleta, comenzó por abajo y continuó con tandas de derechazos con mucha calidad, con mando y temple, que llegaron a los tendidos. Por el otro pitón, dibujó algunos buenos naturales pero todo resultó más complicado, pues el animal se quedaba corto y reponía. Mató de una casi entera volcándose. Pero el puntillero levantó al novillo. Tardó algo en caer, los ánimos se enfriaron algo y por ello el público no llegó a pedir la segunda oreja.

Por último, el que cerró plaza salió muy abanto, correteó por el anillo y no hubo modo de sujetarlo. Tras brindarlo al rejoneador navarro Roberto Armendáriz, Hernández lo intentó, pero el eral resultó imposible por ambos pitones, estuvo siempre midiendo al torero y derramó peligro. Nunca tuvo intención de embestir. El pamplonés lo intentó pero sólo pudo quitarle las moscas, prepararlo para la muerte. Terminó con otra casi entera pero, en esta ocasión, algo baja, por lo que el novillo cayó sin puntilla. El público comprendió el esfuerzo realizado por Hernández y éste correspondió a la ovación saludando desde el tercio.

Terminada la novillada, la organización del festejo declaró a Pablo Hernández triunfador de la tarde, algo que nunca olvidará del día de su debut de luces.

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