EL DIESTRO MADRILEÑO FRASCUELO, A SUS 62 AÑOS, VOLVIÓ A TOREAR EN NAVARRA

Tentó dos vacas de Pérez Escudero en la finca funesina de Hermanos Domínguez

El matador de toros madrileño Carlos Escolar “Frascuelo”, de 62 años, el más veterano de los diestros que actualmente permanecen en activo, volvió a torear el domingo pasado en Navarra y lo hizo en la finca funesina El Ontinal, a orillas del río Aragón, donde se cría el ganado bravo de Hermanos Domínguez.

Esta dehesa vivió un fin de semana muy campero. Primero, fue el sábado el escenario de un herradero de las reses de Pérez Escudero, vacada de procedencia Santa Coloma, línea Saltillo, que estos ganaderos navarros compraron a finales del año pasado. Aprovechando un tiempo primaveral, los hermanos Domínguez, Enrique y Ángel, marcaron a fuego setenta añojos, entre machos y hembras, .ante la presencia de un centenar de aficionados y amigos, herraje que se llevó a cabo con normalidad y a buen ritmo y que se convirtió en una verdadera fiesta de esta ganadería.

Enrique y Ángel mantienen este hierro ganadero desde 1983, año en que lo cedió su padre, José Domínguez, a cuatro de sus hijos. En 1996, Enrique transmitió los derechos ganaderos a su hijo, del mismo nombre, y este otro Enrique, Domínguez Cirauqui, continuó con la ganadería junto con su tío Ángel, quien hace seis años incorporó a su hijo Adrián, Domínguez Martínez.

Ambos primos, Enrique y Adrián, dirigieron el domingo el tentadero desde el palco de la preciosa plaza de tientas que poseen. Frascuelo se hizo esperar pero, finalmente, llegó. Desde que bajó de su coche, calzando botos camperos y con pañuelo de lunares anudado al cuello, fue pura torería. Habían pasado casi diez años de su última actuación en Navarra, un festival celebrado en la plaza de Olite.

Torería

Sus 62 años de edad no se notaron en el ruedo. En el ruedo le esperaban los picadores Juan Manuel Sangüesa, de Tudela, y Carlos Monzón, de Zaragoza, que cumplieron su labor con profesionalidad, los matadores de toros Ángel Luis Carmona, de la sevillana Osuna, Daniel Cuevas, de la capital aragonesa, y el becerrista francés Jean Batiste Molas.

En total, se tentaron siete vacas, cinco eralas y dos de siete años, que, en general, dieron buen juego. Muy poco pudo hacer Frascuelo ante su primera vaca, que se desentendió de los engaños. Pero se quitó la espina clavada con la séptima y última, que embistió con clase por ambos pitones. Con mucha quietud y templado regusto añejo, toreó por derechazos y naturales, bien rematados con los de pecho, y con una muleta, cargada de embrujo, que parecía no moverse por los delicados toques.

Muchos aplausos para el veterano espada madrileño, que después presenció la firmeza y poderío del sevillano Carmona, que incluso banderilleó su seria vaca, de siete años, la elegancia de Cuevas y las buenas maneras del jovencísimo francés Molas.

Y con la misma torería con que llegó, abandonó la finca funesina de El Ontinal, mientras Enrique y Adrián Domínguez se mostraban satisfechos del juego que habían dado sus reses, de la bravura de sus saltillos.

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