DESLUCIDO FINAL EN SANGÜESA CON PUERTA GRANDE PARA PÉREZ MOTA

Derechazo largo del gaditano Pérez Mota.

Derechazo largo del gaditano Pérez Mota.

Salvo el sexto, los toros de José Manuel Sánchez resultaron deslucidos y no dieron demasiadas opciones.

Ganado : Cuatro toros de José Manuel Sánchez, bien presentados, con kilos y cara, pero faltos de raza y de clase, deslucidos en conjunto, salvo el sexto, que embistió y repitió con nobleza; uno de Castillejo de Huebra (del mismo propietario y similar procedencia), noble pero a menos, y un remiendo de Aguadulce, tercero, terciado, un manso que se dejó hacer en sus terrenos.

Juan Bautista: leves pitos y silencio.

Rafael de Julia: pitos y bronca.

Pérez Mota: oreja tras aviso y dos orejas tras aviso. Salió a hombros.

Presidencia: A cargo de Agustín Alonso de Mur, asesorado por Agurtzane Jiménez y Francisco Javier Gómez Vique, cumplió bien su cometido, aunque fue algo generosa en la concesión de trofeos.

Incidencias: Más de dos tercios de plaza. Tarde soleada con viento fresco, que resultó molesto en algunos momentos para la lidia. Rafael de Julia hizo el paseíllo desmonterado. El subalterno Ismael González, de la cuadrilla de Bautista, recibió un pitonazo y fue atendido en la enfermería de una erosión costal.

Concluyó el ciclo taurino de Sangüesa con una fresca tarde que envolvió , pese al triunfo de un torero, una corrida de toros deslucida, por la materia prima y por la falta de actitud que mostraron los dos espadas que se fueron de vacío.

Los murubes de Sánchez, salvo el buen último, se lo dejaron casi todo en fachada; les faltó raza y clase, y el conjunto decepcionó.

Bautista se mostró frío y bastante gris; apenas dijo nada. A su primero, noble, corto de recorrido y sin humillar lo debido, y al cuarto, noble también pero soso, a menos y rajado al final, los toreó en series cortas, sobre la diestra y siempre despegado, con un estilo vulgar e insípido. A los dos los mató de pinchazos, sin llegar a cobrar una estocada.

Peor fue la imagen que dejó Rafael de Julia, que se presentó en Navarra como matador de toros y quedó inédito ante un lote ilidiable. Por lo menos, frente a su primero, un toro complicado y mirón, que nunca terminó de pasar, lo intentó, pero sin grandes esfuerzos. En el quinto cabreó, y mucho, al público, porque, tras coger la muleta, se fue directamente a matar, sin intentar dar un único muletazo. Cuadró rápidamente y se tiró saliéndose mucho, como hacia Rocaforte. Pinchó. Volvió a entrar del mismo modo, esta vez tirando hacia Gabarderal, y dejó un bajonazo infame, que hizo su efecto. La bronca se oyó en toda la merindad.

De este modo, sólo se salvó de la quema Pérez Mota, que se llevó el lote y que realizó dos faenas tan entonadas como voluntariosas, con buenos muletazos por ambos pitones y concluidas bastante certeramente con el estoque. El gaditano fue la única luz en una tarde de muchas sombras, brillo que le proporcionó un triunfo redondo y le proclamó triunfador de la feria.

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