CORRIDA EN CINTRUÉNIGO. CRÓNICA. TORINCANTANO, NAVARRO Y TRIUNFADOR

Javier Antón levanta en triunfo las dos orejas del sexto toro. Fotografía: J. C. Cordovilla.

Javier Antón levanta en triunfo las dos orejas del sexto toro. Fotografía: J. C. Cordovilla.

El murchantino Javier Antón tomó la alternativa, le cortó las dos orejas al que cerró plaza y salió a hombros.

Ganado: Seis toros de Los Recitales, tercero y quinto para rejones, colaborador y parado respectivamente, y los otros cuatro para la lidia a pie, bien presentados, con kilos, cómodos de cara, nobles pero escasos de fuerza y de raza, con un cuarto bravo y con más energías, que fue aplaudido en el arrastre.

Javier Antón: vuelta tras aviso y dos orejas. Salió a hombros.

Ángel Teruel: saludos desde el tercio tras leve petición y oreja.

Luis Valdenebro: saludos desde el tercio y vuelta al ruedo.

Presidencia: A cargo de Valentín Navascués, asesorado por Jesús María de Andrés y Francisco Romera, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias: Dos tercios de plaza. Tarde nublada y agradable, con algunas molestas rachas de viento. El navarro Antón tomó la alternativa con el toro Juncoso, número 37, negro y nacido en diciembre de 2008. Y, como Teruel, hizo el paseíllo desmonterado. Estuvo arropado por aficionados de Ablitas, Murchante y del Club Taurino Gracurris de Corella, con sus respectivas pancartas.

Javier Antón se convirtió ayer en el decimocuarto matador de alternativa navarro de la historia moderna del toreo. Para tan importante compromiso, estrenó un precioso vestido de luces en blanco y plata, que fue apreciado por aficionados de diversos puntos de Navarra que no quisieron perderse esta cita histórica.

Y el joven de Murchante no les defraudó, ni mucho menos. Recibió al que abrió plaza a la verónica, con serenidad y temple. Su cuadrilla -Vicente Yestera, Venturita y Manolito de los Reyes- completó un estupendo tercio de banderillas.

Tras la ceremonia de alternativa, la cesión de trastos por parte deTeruel, se encontró con un toro muy noble pero al que le fue costando pasar cada vez más por su falta de fuerza. El toricantano lo toreó a placer, aunque limitado por la condición del animal. No acusó nervios, toreó pausado y le sacó todos los muletazos que el bonachón cuatreño tenía, por ambos pitones. La pena fue que pinchó en tres ocasiones antes de que el toro doblase y por ahí se esfumó el que podía haber sido su primer triunfo.

Se quitó la espina frente al sexto, llamado Pasmado, negro mulato, marcado con el número 60, un toro con más energía, que peleó con bravura en el peto y que embistió con clase en el último tercio; el mejor ejemplar del encierro.

El diestro navarro puso la transmisión que al buen y dócil toro le faltaba, en una faena entonada, realizada por ambos pitones, siempre con ese gusto que le caracteriza y con mucha limpieza, sin dejarse tocar el engaño. Antón gustó y se gustó, sobre todo con pases de adorno muy propios de su personal estilo. Para entonces, había conectado con el público y sólo quedaba la suerte suprema para rubricar un triunfo redondo. El murchantino se volcó y dejó una estocada pelín desprendida; el toro se amorcilló y Antón, con mucha determinación, terminó con un certero descabello. Dos orejas que le supieron a gloria, que nunca olvidará y que le abrieron su primera puerta grande.

Teruel realizó dos trasteos voluntariosos, con algunos buenos pasajes, al igual que Valdenebro.

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