TERCERA DE CINTRUÉNIGO. FESTIVAL DESANGELADO, CON JACINTO HERIDO

De esta guisa toreó Jacinto en la plaza de su localidad natal. Fotografía: Mariano Pascal.

En la parte seria, Leonardo San Sebastián paseó la única oreja de la tarde

Ganado: Dos erales y dos añojos de Herederos de Ángel Macua, manejables los primeros.

Leonardo San Sebastián: oreja y ovación con saludos.

Jacinto Garbayo “El Petra”: silencio en el que mató.

Presidencia: A cargo de Valentín Navascués, asesorado por Bartolomé Cobo y Jesus María de Andrés, pasó desapercibida.

Incidencias: Menos de un cuarto de entrada en tarde ventosa. Durante la lidia de la cuarta res, Jacinto Garbayo pasó a la enfermería para ser atendido de un corte en el brazo.

Bajo el pomposo título de “Festival Taurino” ayer se anunciaba en la plaza de Cintruénigo un intento de charlotada. El invento, que apenas atrajo hasta la plaza a poco más de un centenar de cirboneros, resultó un pequeño fiasco.

La palabra charlotada, según la RAE, es un festejo taurino bufo. En la primera parte del siglo XX, estos festejos se popularizaron gracias profesionales como Llapisera o Tusquellas, para ir degenerando en espectáculos como el bombero torero y sus enanitos forcados.

Ahora que ya no se lleva lo de las personas con taras ni las mujeres barbudas, la sociedad se ha inventado nuevos personajes a los que usar de bufones. Son los monstruos televisivos nacidos de los programas de la peor estopa.

El charlot que toreó ayer en Cintruénigo no llevaba bombín sino boina, atesora menos profesionalidad delante de un becerro que el más verde de los aficionados prácticos y salió a la plaza dispuesto a que se rieran de él y no con él. Hacía aspavientos a las cuadrillas, era desbordado por los añojos de su lote y pasó un quinario a la hora de intentar estoquearlos.

En la parte seria del espectáculo había actuado Leonardo San Sebastián, un desconocido matador de toros que pegó abundantes pases y se quitó de en medio con rapidez a los dos erales de Macua que le cayeron en suerte. Se le apunta la voluntad.

Lo de ayer no fue festival, ni becerrada popular, quedándose en un espectáculo de mala muerte (de las reses). Si en la fiesta de los toros se banaliza el rito, el resultado es una función patética. Una escuela de hacer antitaurinos.

Texto: Mariano Pascal.

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