Cuatro de los seis serios utreros sevillanos fueron aplaudidos en el arrastre.
Ganado: seis utreros de Guadaira bien presentados. Aplaudidos de salida todos menos el quinto. Primero, tercero, cuarto y quinto, ovacionados en el arrastre. Destacaron en cuanto a juego primero y cuarto.
Novilleros: Vicente Soler (palmas y silencio tras aviso), Jorge Expósito (silencio y silencio tras dos avisos) y Fernando Flores (silencio tras dos avisos y silencio).
Presidencia: Carlos Calvo, asesorado por Isaías Bautista y Francisco Javier Campo, fue puntual a la hora de dar los avisos.
Incidencias: tarde muy calurosa. La plaza registró dos tercios de entrada. En el tercero de la tarde el cielo se tornó gris y ya en el sexto se escaparon algunas gotas. Donaire se desmonteró en el tercero de la tarde.
Ayer se lidiaron seis utreros de Guadaira bien presentados. El primero de la tarde, ‘Linterna’ , era una pintura. Un animal rematado, bien armado por delante, desarrolló mucha calidad. Su embestida era pronta y tenía mucha fijeza. En la faena de muleta se abría en cada pase quedándose colocado para el siguiente. Embestía con clase, con pujanza y eso se apreció en el saludo capotero de Vicente Soler quien, tras un pulcro tercio de varas, interpretó un quite por faroles con mucha personalidad. Soler se mostró dispuesto banderilleando a su lote con más ganas de agradar al respetable que acierto.
Con la pañosa, Soler siguió con su bullidora puesta en escena. Se asentó en los medios e intentó el toreo largo con la mano derecha. Acortó las distancias para torear al natural y se mostró inteligente dejando reponer al de Guadaira entre tanda y tanda. La faena fue de menos a más, pero no llegó a calar en el respetable. En los últimos compases el animal hizo por irse a tablas. Finalmente Vicente Soler lo pasaportó de media estocada trasera y tendida ayudada de un golpe de cruceta.
En el cuarto de la tarde, otro interesante novillo que se arrancó con alegría al caballo y empujó hasta con la penca del rabo, Soler buscó la complicidad con el público. Brindó a los niños del Aula Cultural de Diego Urdiales, una iniciativa financiada por el diestro riojano para fomentar la afición entre los más pequeños. Vicente Soler se encontró con otro ejemplar pronto, con fijeza pero con una embestida un poco áspera. El de Castellón tenía dos caminos: o bien apostar y torear de verdad, o el que escogió; pegar pases a diestro y siniestro pero sin llevar al novillo, toreando sin alma. No acabó de coger la distancia ni el ritmo y optó por una faena de toque muy fuerte ayudada por la voz y la zapatilla. Soler fue silenciado tras dejar una estocada similar a la de su primero.
Jorge Expósito dejó entrever sus maneras en los primeros lances de su actuación, muñecas frágiles y desmayadas, las manos bajas y meciendo los brazos. En el encuentro con el caballo, ‘Candil’ se enceló en el peto. La lidia no fue especialmente ordenada y se puso de manifiesto tanto en banderillas como en el inicio de faena que continuaba suelto. Expósito quiso tomar las riendas pero le faltó confiarse. Había que dejar la muleta puesta para que el de Guadaira repitiera, cuando no se hacía y encontraba la puerta abierta huyendo en busca de las tablas, lugar donde por cierto finalizó la faena. Allí en las tablas, Expósito quiso justificar una faena en la que ni novillero, ni novillero, ni público estuvieron metidos. Estuvo con la tizona y tras el desacierto del puntillero, fue silenciado.
Lo más destacable de la actuación de Expósito llegó en el quinto de la tarde, un animal que cumplió en el caballo como si de un trámite más se tratase. Con la muleta, el valenciano estuvo firme y encajado toreando con la mano derecha. Con la zurda firmó un par de naturales rematados atrás. El novillo tenía su aquel, era tecloso, como dicen los neotaurinos, pasaba sabiendo lo que dejaba atrás y se revolvía pronto. Expósito fue prendido sin consecuencias. Dejó una estocada hasta la empuñadura y tras varios golpes con el verduguillo el novillo se refugió en tablas llegado a dar lugar a que sonasen dos avisos.
Fernando Flores tiene una peculiar forma de coger el capote, lo agarra muy corito cerca de la esclavina. No se le vio muy ducho con él frente al novillo, que por cierto pasó sin más en su encuentro con el del castoreño. ‘Brujito’ se comía la muleta, embestía con transmisión, pero hacía falta reducir su velocidad. Flores se vio podido y no logró templar al de Guadaira. Rubricó su faena con una estocada entera y más de media docena de golpes de cruceta.
Comenzó a llover y salió ‘Legionario II’, la tarde ya no estaba muy de cara para Flores, que dejó que el picador le diera un castigo excesivo al sexto y último de la tarde. Fernando Flores no lo vio claro, probó por ambos pitones con muchas precauciones, trasteó por abajo y abrevió.
Información de Isabel Virumbrales para Diario de Navarra.