SIMÓN SE HERMANA CON SAN FERMÍN. CRÓNICA DE LA 1ª DE LA FERIA DEL TORO

López Simón pasea en triunfo las dos orejas del sexto. Fotografias: F. Pidal y agencias.

López Simón pasea en triunfo las dos orejas del sexto. Fotografias: F. Pidal y agencias.

Triunfo rotundo del diestro madrileño, que cortó tres orejas y firmó la primera puerta grande de la feria.

Ganado: Seis toros de Jandilla (segundo y sexto con el hierro de Vegarermosa), bien presentados, aunque desiguales, muy armados, nobles, justos de fuerza y sin clase, salvo el cuarto que la tuvo y repitió con fijeza.

Diestros:

Juan José Padilla: silencio y silencio tras aviso.

Pepe Moral: silencio tras dos avisos y silencio tras aviso.

López Simón: oreja con fuerte petición de la segunda y dos orejas. Salió a hombros.

Presidencia: A cargo de Joseba Asiron, asesorado por Juan Ignacio Ganuza y la veterinaria Lola Salvo, cumplió bien su cometido hasta la concesión de la segunda oreja del sexto; trofeo generoso porque la faena sólo mereció una.

Incidencias: Lleno. Tarde soleada y calurosa. Toreros, subalternos picadores hicieron el paseíllo descubiertos para reivindicar el valor cultural de la fiesta taurina. El alcalde, Joseba Asiron, fue recibido con aplausos por las peñas y con muchos pitos desde las otras zonas de la plaza de toros.

La situación se invirtió. Las peñas, tan gritonas, incluso faltonas, otros años, en el actual, ayer, aplaudieron la presencia del alcalde de Bildu en el palco presidencial. Sin embargo, desde las demás zonas de la plaza se pudo oír una fuerte pitada con algunos aplausos sueltos.

Fue sólo un par de minutos. Quizá menos. Después, la plaza se olvidó del protagonismo del palco, y se sumergió en una soberbia fiesta en blanco y rojo.

Y la fiesta se mantuvo, pese a que la materia prima decepcionó. Los toros tuvieron presencia, serias caras, astifinos pitones y poco más. No tuvieron malas ideas pero carecieron de clase en sus embestidas. En varas, el encierro fue muy mimado; los picotazos se sucedieron y sólo el cuarto peleó en el peto con bravura; en la primera recibió de lo lindo, todo lo que no habían recibido sus tres hermanos anteriores, y en la segunda, metió los riñones y empujó con fijeza. Y en el último tercio, sólo tuvo clase el tercero. La mantuvo durante la faena pese a sus medidas fuerzas.

Estatuario de López Simón.

Estatuario de López Simón.

Ese toro, sin saberlo, se encontró con un gran torero, con un joven que, si sigue así, está llamado a ser figura, de las mandonas. Lo demostró en el pasado San Isidro y lo corroboró ayer. Comenzó toreándolo por estatuarios, pura quietud, y siguió con dos buenas tandas en redondo, llevándolo muy empapado en el engaño. Tras una correcta serie de naturales, volvió a cambiar de mano y continuó toreando en corta distancia, desafiando a esos dos puñales que le amenazaban. Para entonces, el toro seguía embistiendo pero ya al pasito. Entonces, el de Barajas optó por pases por alto de rodillas, que calaron en los tendidos y que a punto estuvieron de costarle un percance. Faena que podía haber sido premiada con dos orejas salvo por la estocada, que cayó tirando a baja. Un justo trofeo, el primero de la Feria de San Fermín, con fuerte petición del segundo.

Sabedor de que podía alcanzar un triunfo grande, el madrileño salió a por más frente al sexto, un gran armario -de 585 kilos-, de madera noble, con dos impresionantes perchas, al que el torero le puso ruedas con su muleta para moverlo. Y es que más que el toro, el que embisitó fue el torero, y se inventó así una faena por ambos lados, de cortas distancias, en la que todo lo puso el joven matador de toros. Realmente, sacó agua de un pozo seco. Y la saboreó lleno de gozo después de matar de un estoconazo hasta la bola. Faena de una oreja que, por presión popular, acabó convirtiéndose en una de dos. Cosas de Pamplona…

Pepe Moral por chicuelinas.

Pepe Moral por chicuelinas.

Respecto a los otros dos diestros, poco, muy poco. Pepe Moral fue todo ganas. Lo intentó de todas las maneras pero no tuvo suerte con su lote. Su primero comenzó embistiendo rebrincado, sin calidad alguna y terminó echando la cara arriba, por lo que tocó demasiado el engaño. El sevillano perdió la serenidad con el descabello y acabó recibiendo dos avisos.

Ante el quinto, otro ejemplar deslucido, que se quedaba muy corto, lo intentó todo. El de Los Palacios dejó algún destello de su fino estilo pero poco más pudo hacer, salvo pegarse un arrimón junto a tablas que no le sirvió. Acabó con media que provocó abundante derrame y se retiró cabizbajo al callejón. Otra vez será.

Padilla sólo destacó con los palos ante el que abrió plaza.

Padilla sólo destacó con los palos ante el que abrió plaza.

Padilla volvió a ser vitoreado por la solanera, al principio, frente al que abrió plaza, un manso descastado y sin fuerza. Las peñas le aclamaron con sus tres pares de banderillas. Pero ni pudieron hacerlo en el cuarto. No hubo ciclón, sólo brisa, eso sí, reconfortante.

 

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