SEIS SILENCIOS, SEIS, ANTE UNA MANSADA INSUFRIBLE DE URCOLA EN EL CIERRE DE LA FERIA DE PERALTA

Pase de pecho de Christopher Sánchez al cuarto, el único que se dejó hacer.

Cambronell Hermanos acapara, como el año pasado, los premios ganaderos, mientras que fueron declarados desiertos los destinados a la mejor faena, a la mejor estocada y al mejor picador.

Ganado. Cinco utreros de Urcola, desiguales de presentación, algunos terciados, otros cornalones y todos mansos, desrazados, descastados, muy deslucidos, y un remiendo de Concha y Sierra, con kilos y hechuras de toro, brusco y también deslucido por su corto recorrido. Segundo, tercero y sexto fueron pitados en el arrastre; por el contrario, el cuarto, el menos malo del encierro, recibió unas tibias palmas póstumas.

Novilleros.

Christopher Sánchez: silencio en ambos.

Jesús Fernández: silencio en ambos.

Javier Antón: silencio en ambos.

Presidencia. A cargo de Carlos de Miguel, asesorado por Ana Lucía San José y Juan Félix Castillo, salvo en una confusión con un cambio de tercio de banderillas, cumplió con criterio su cometido.

Incidencias. Tres cuartos de plaza. Tarde nublada y agradable. Sánchez y Fernández, que torearon en sustitución de Daniel Morales y Víctor Abad, hicieron el paseíllo desmonterados. Presenciaron el festejo los ganaderos Victorino Martín, padre e hijo.

Triste final de feria por un ganado manso sin paliativos, por el escaso toreo que permitió y por los fallos de la terna en la suerte suprema. Todo ello hizo que el festejo se saldase con seis silencios y que el público, que acudió ilusionado a la plaza, la abandonase con gesto contrariado por el escaso arte que pudo presenciar.

El anuncio del hierro de Urcola, propiedad de Victorino Martín, había levantado bastante expectación, lo que se tradujo en una buena entrada, pues se desplazaron hasta Peralta numerosos aficionados de otras localidades navarras.

Pero, como suele decirse, todo el gozo, en un pozo. Salió el primero y resultó muy parado. Segundo y tercero fueron dos mansos de libro. El cuarto fue el único que, sin clase, tragó en la muleta, embistió al pasito por el derecho, se dejó hacer. El sexto, complicado, desarrolló peligro sordo. Y el remiendo de Concha y Sierra, un verdadero torito -le faltaban tres meses para ser cuatreño-, resultó algo brusco aunque pudo lucir más, en otras manos. Y si la materia prima fue mala, lo mismo sucedió con varios tercios de banderillas, en los que el desorden, fruto del miedo, se impuso en el ruedo.

Y todos estos males cobraron mayor dimensión al no estar nada certeros los novilleros a la hora de matar. Por todo ello, fue una tarde de escasísimo contenido, en la que sólo se salvó la banda -triunfadora de la feria- y el paciente público, que supo contener su enfado.

Respecto a la mano de obra, poco que decir y nada para el recuerdo. A toro pasado, se puede afirmar que Christopher Sánchez fue el más afortunado del sorteo. Al que abrió plaza, lo recibió con una larga cambiada de rodillas que hizo concebir esperanzas de toreo. Error. El toro, en el último tercio, comenzó tardo y se fue parado progresivamente. El sevillano estuvo en el sitio y le robó al utrero algún derechazo y natural sueltos, porque la ligazón era imposible. Falló al matar y comenzó la tanda de media docena de silencios. Su segundo tragó al pasito, lo que le permitió ligar un par de series en redondo que tuvieron cierto gusto. A la hora de matar, dejó un pinchazo hondo, marcando muy bien los tiempos, y acertó al tercer golpe de descabello.

Fernández, por su parte, se encontró en primer lugar con un manso que huyó de la pelea y que sólo buscó el calor de las tablas. El catalán lo intentó por ambos pitones pero no había nada que hacer, el lucimiento era imposible. El de Concha y Sierra, mal picado y peor banderilleado, no le gustó nada al barcelonés. Aprovechó la corta embestida del novillo para ejecutar varios derechazos que no dijeron nada. Mató de una estocada baja y delantera que sirvió pero no convenció.

Antón tuvo la suerte de espaldas. Su primero fue un manso de libre que no tuvo un pase, ni medio. El navarro le quitó las moscas e intentó cazarlo con el estoque. El que cerró plaza y feria resultó igual de deslucido pero además peligroso. El de Murchante robó algún ayudado antes de reconocer que no había nada que hacer.

Terminado el festejo, Victorino Martín hijo fue claro: «Mal, muy mal. No hay excusas». Sinceridad que le honra.

Premios de la feria.

Terminada la feria, el Club Taurino de Peralta hizo públicos los premios correspondientes. Al igual que le año pasado, el destinado a la mejor novillada recayó en la ganadería salmantina Cambronell Hermanos, lidiado el pasado sábado, 10 de septiembre, que estuvo muy bien presentada y ofreció buen juego.

El premio al mejor novillo recayó en Cocinero, cárdeno, número 38 y del mismo hierro, lidiado en quinto lugar el sábado por Pascual Javier, quien le cortó una oreja.

El galardón al mejor par de banderillas fue a parar al subalterno Iván Aguilera, por el puesto el pasado 4 de septiembre al segundo utrero de Navalrosal. Los destinados a la mejor faena, mejor estocada y mejor picador fueron declarados desiertos.

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