SEGUNDA DE LA FERIA DE TAFALLA. CRÓNICA. PÓKER DE MAESTRÍA

Hermoso clava, sobre Chenel, una banderilla al que abrió plaza.

El festejo se saldó con cuatro orejas para Hermoso de Mendoza y una para Noelia Mota. La corrida de rejones quedó en un mano a mano tras el percance que sufrió Manzanares con el tercero de la tarde

Ganado: Seis toros de Rosa Rodrigues, desiguales y de juego dispar, desde los mansitos aquerenciados carentes de celo hasta los que tuvieron calidad, fijeza y buen tranco como los dos últimos.

Pablo Hermoso de Mendoza: oreja con petición de la segunda, oreja en el que mató por Manzanares y dos orejas. Salió a hombros.

Noelia Mota: oreja, vuelta tras petición y saludos.

Manuel Manzanares: lesionado por el tercero.

Presidencia: a cargo de David Cabrero, asesorado por Antonio Puig Ayestarán y Ángel Gómez Gutiérrez, cumplió bien su cometido, con criterio.

Incidencias: Algo más de tres cuartos de plaza. Tarde soleada y muy calurosa. Mota se presentó en Tafalla. Manzanares fue alcanzado por el tercero de la tarde y atendido en la enfermería de posible fisura de la tibia derecha. Fue trasladado al Complejo Hospitalario de Navarra, donde se confirmó la rotura de la tibia y el peroné de la pierna derecha.

Se suele comentar que en el rejoneo, en el toreo a caballo apenas existen riesgos. Sin embargo, ayer se demostró que no hay verdad en tal afirmación. Y, si no, que se lo digan a Manzanares, que vio cómo, en un instante, cuando intentaba clavar la primera banderilla sobre Farruquito -caballo con el hierro PHM-, el toro alcanzó la montura y en el topetazo se rompían la tibia y el peroné de su pierna derecha. La tarde, al traste y, posiblemente, la temporada, también.

Por tanto, el alicantino fue visto y no visto. Y el festejo, tras el percance, quedó en un mano a mano en el que el maestro ganó por goleada a la alumna, que no pasó de discreta en el alarde de simpatía que protagonizó, que no de toreo.

Al tener que matar tres toros, el torero se vio obligado a utilizar todos los caballos que había desplazado hasta la ciudad del Cidacos, salvo a Manolete; un total de nueve monturas; incluso se permitió el lujo de hacer debutar a una, para el tercio de muerte frente al primero, que de momento recibe el nombre de Barullo.

Con ella clavó tres buenas cortas y un rejón, que le obligó a descabellar al torero, suerte que ejecutó con destreza y que llegó después de una faena de muy buen tono, en la que destacó Disparate de salida, que llevó muy encelado al cuatreño portugués, e Ícaro, que, siempre osado, ofreció una lección de toreo de cercanías, en redondo, con su cara enfrentada continuamente, sin respiro, a la del toro. Emocionantes episodios de toreo a caballo, con los que a punto estuvo de cobrar el doble trofeo. Éste sí lo consiguió del estupendo quinto, tras una faena de gran pureza, calentada con los quiebros de Van Gogh, el templado toreo en redondo de Viriato, en escasos terrenos y lo audaz de Pirata, que se asomó como siempre al balcón y llegó mucho al toro para que su dueño y amigo clavase tres cortas por los arriesgados adentros, un espectacular par de cortas a dos manos y que terminase con un rejonazo fulminante, previo pinchazo. Dos orejas entre el  clamor de una plaza que no falló a la cita de la leyenda del toreo a caballo.

En el que mató por el percance del alicantino, Dalí, todo clase, pintó piruetas tras los embroques dignas de cartel. Y, de nuevo, Pirata toreó a gran altura en el tercio de muerte.

Mota, por su parte, cobró una oreja de su primero, en una tarde en la que pecó de clavar demasiado a la grupa, no al estribo, de permitir en exceso la ayuda de sus auxiliadores y de buscar el triunfo más a base de efectismo, para ganarse a la galería, que de toreo puro, de verdad. Y es que una sonrisa y la belleza no lo son todo en la vida. Y, si no, que se lo digan a Manzanares.

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