SEBASTIÁN PALOMO LINARES: “EL TORO DE ANTES NO PERMITÍA CARRERAS DE TOREROS DURANTE 25 AÑOS”

Sebastián Palomo Linares, durante su intervención en la Universidad Pública de Navarra.

Sebastián Palomo Linares, durante su intervención en la Universidad Pública de Navarra.

El matador de toros jiennense intervino en una mesa redonda en las X Jornadas sobre el Ganado de Lidia.

“El toro de antes exigía y no permitía carreras de matadores de 25 años seguidos”. Son palabras del matador de toros Sebastián Palomo Linares durante su intervención en las X Jornadas sobre el Ganado de Lidia y Tauromaquia, que se han celebrado el pasado fin de semana en la Universidad Pública de Navarra, con gran afluencia de público y bajo la eficiente dirección de los catedráticos Antonio Purroy Carlos Buxadé.

El espada jiennense puso la parte pinturera de la jornada sabatina. Explicó su concepto del toro bravo como matador de toros, rememoró su tiempo como ganadero y dejó unas pinceladas de su otra afición, la de la pintura.

Nacido hace casi 70 años en Linares, tomó la alternativa el 19 de mayo de 1966 en la plaza de Valladolid. A partir de ahí, permaneció, sin interrupción, 16 años en activo, hasta 1981. Reapareció en el 84 y 85, y volvió a reaparecer en los años 90 (1993, 1994 y 1995). Vistió de luce por última vez en 1997.

Debutó en Pamplona como matador de toros el 15 de julio, en una corrida fuera del abono sanferminero. Alternó con Rafael Ortega (dos orejas y saludos) y Litri (palmas y oreja). Se lidiaron tres toros de Carlos Núñez (otros tres fueron rechazados), sin presencia pero con poder, un primero bravo y dos mansos; y tres de Miguel Higuero, mansos en grado sumo, con más trapío y mucho sentido; un auténtico saldo. Así resumió la prensa del momento su actuación: “Estuvo ausente en el ruedo, sin colocación, sin saber qué hacer, medroso y encogido. A su primero, de Núñez, no supo lidiarlo; cuando no echó el toro al suelo, salió desarmado; estuvo apurado, sin encontrar terreno; mató de un sablazo, dos pinchazos y un descabello; hubo muchos pitos y alguna palma. El que cerró plaza, de Higuero, fue un mulo peligroso; le dio tres muletazos sin perderle la cara, con mucho miedo; colocó una en el cuello y se armó la bronca; pinchazo y golletazo infamante; almohadillas y escándalo”.

Después, toreó una tarde en 1968, otra en 1976 y las dos en 1979; ese año, en su última comparecencia en la capital navarra, logró cortar una oreja –la única en Pamplona- a un toro de Hijos de Pablo Martínez Elizondo.

Además toreó cinco tardes en Tudela, con mejor suerte, intervino en un festival en Cascante y se vistió de luces por última vez en Navarra en la plaza de Fitero, en 1995; salió a hombros tras conseguir tres orejas de un lote de Ramón Sánchez.

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