Bajo un nuevo lleno, cortó cuatro orejas y un rabo a un lote de toros de Teófilo Gómez.
Ganado: Dos toros para rejones de Teófilo Gómez, segundo y quinto, y cuatro de San Fermín, de buen juego en conjunto, sobre todo los del toreo a caballo.
Toreros: Ignacio Garibay (silencio y dos orejas), Pablo Hermoso de Mendoza (dos orejas y dos orejas y rabo) y Juan Pablo Llaguno (silencio en ambos).
Lugar y fecha: plaza de toros Alberto Balderas, en Ciudad Juárez, estado de Chihuahua (México). 10 de abril.
Incidencias: Lleno de “no hay billetes”. Inauguración eléctrica del coso. Primer festejo nocturno en 43 años en esta plaza. El caballero navarro y Garibay salieron a hombros.
Tras el triunfo conseguido el día anterior en Tampico, Pablo Hermoso de Mendoza arrolló el viernes pasado en la plaza de la fronteriza Ciudad Juárez, ya que saldó su actuación con el corte de cuatro orejas y un rabo, cantidad de trofeos que no había conseguido todavía en lo que lleva de campaña mexicana.
A su primero, que embestía con celo y bravura, le dio una lidia de muy alto nivel técnico y lo llevó muy toreado para adecuarse a su condición. Tras pararlo con Churumay, que se dobló perfectamente con él, inició el tercio de banderillas con Disparate, que ofreció una lección antológica de toreo; enganchó al cuatreño en su grupa y así dio toda una vuelta al anillo, muy templado, en mínima distancia, intercalando hermosinas y recortes, recreándose en los embroques y poniendo los tendidos al rojo vivo. La emoción aumentó con la labor de Viriato, que se metió al toro en su cuerpo y lidió muy en corto. Concluyó la faena con Pirata, que permitió a su dueño lucirse en la rueda de cortas, en una rosa y en un rejonazo en su sitio. Dos orejas y puerta grande asegurada.
Y si su primero fue muy bueno, su segundo, Joaquinillo, de 490 kilos y también de Teófilo Gómez, resultó mejor, por su clase y transmisión, condición que ya aprovechó de salida con Icarito. El isabelo mostró sus progresos y toreó muy de cerca. La afición juarense volvía a deleitarse. En banderillas, con la elegancia de Janucá y con Dalí, sus temerarios cites y medidas piruetas, se vivió una auténtico alboroto en los tendidos. El jaleo continuó en el último tercio con Pirata, primero en las cortas, sin solución de continuidad, y después con un señorial par a dos manos, diversos desplantes y con un rejonazo al segundo intento. Los pañuelos se agitaron mayoritariamente pidiendo los máximos trofeos y el palco los concedió.