El novillero pamplonés salió a hombros en Altarejos tras cortar tres orejas a un buen lote del toledano Juan Carlos Rivera. Reportaje fotográfico.
Nabil ‘El Moro’ está afrontando estos días un intenso calendario de compromisos vestido de luces. El novillero pamplonés consiguió ayer un triunfo redondo en la plaza conquense de Altarejos, donde toreó mano a mano con Cid de María, quien triunfó asimismo después de cortar el mismo número de trofeos que el navarro.
Bajo una plaza llena y con lluvia intermitente, se lidiaron cuatro erales toledanos de Juan Carlos Rivera, bien presentados, con kilos, nobles, de buen juego; el segundo y el tercero tuvieron más transmisión que los otros dos.
Vestido de grana y oro, Nabil se encontró en primer lugar con un novillo muy noble, aunque algo parado; no dio problemas y fue un astado agradecido. Lo recibió con un mecido ramillete de verónicas. Con la muleta, comenzó el trasteo por bajo y siguió por derechazos y naturales; por este lado, los muletazos tuvieron mayor peso. Terminó por redondos y, tras un pinchazo, dejó una estocada certera, de la que rodó el eral. Una oreja.
Su segundo, el tercero del festejo se movió más, también con mucha nobleza pero con más clase. Lo cuajó de salida a la verónica y con tres medias. En el último tercio, inició la faena con pases por alto, a los siguieron varias tandas ligadas y templadas por ambos pitones. El pamplonés pudo siempre con el novillo. Concluyó su labor con unas ajustadas manoletinas, que prologaron una estocada de la que rodó el astado sin puntilla y que puso en bandeja la concesión de las dos orejas. En total, tres orejas y salida a hombros en Altarejos.
Otro panorama
Nabil ha toreado también esta mañana en la plaza francesa de Roquefort, donde ha lidiado mano a mano con Tristán Barroso dos erales de La Espera, primero y segundo, y otros dos de Alma Serana; el encierro ha resultado complicado, salvo el segundo, de gran calidad, que, a petición del ganadero ha sido indultado, lo que ha convertido en triunfador del festejo a Barroso.
En una mañana algo lluviosa, el novillero pamplonés ha puesto voluntad antes su lote y ha dejado detalles de buen toreo. Su primera intervención se ha saldado con una ovación, a la que ha correspondido saludando desde el tercio. Y, tras doblar el tercero de la mañana, el público francés ha guardado silencio.