MUERE ‘CAGANCHO’, PURA LEYENDA VIVA DEL MEJOR TOREO A CABALLO

Hermoso con 'Cagancho' en Pamplona, en la despedida de los ruedos del caballo, en 2002

Hermoso con ‘Cagancho’ en Pamplona, en la despedida de los ruedos del caballo, en 2002

Dejó de existir en la madrugada del miércoles en la finca estellesa Zaraputz, propiedad de Pablo Hermoso de Mendoza.

Cagancho, legendario caballo de la cuadra de Pablo Hermoso de Mendoza, murió en la madrugada de ayer en las instalaciones de la finca esellesas Zaraputz, propiedad del rejoneador navarro. El equino salió el miércoles, como hacía a diario, a los potreros de la finca para disfrutar de su momento de paseo en libertad, cuando sufrió una especie de ictus que le provocó un desmayo.

Se le administró un tranquilizante y, tras unos minutos, el caballo, con ayuda, consiguió levantarse y se ser trasladado hasta su box. A él llegó con las fuerzas justas y sin visión, lo que pudo ser provocado por algún coágulo motivado por el ictus. El caso es que entrada la madrugada, el caballo dejó de respirar y se fue en silencio.

Cagancho, negro, cuatralbo, nacido en Portugal pero criado y domado en Navarra, fue, ha sido el mejor caballo de la historia del rejoneo. Hermoso lo compró en Portugal, después de que varios rejoneadores españoles no lo quisieran. Y lo hizo casi por casualidad. En noviembre de 1991, se acercó hasta la finca del caballero rejoneador Raúl Brito Páez, que le habló del caballo, de la ganadería de Joao Batista. El primer encuentro entre jinete y caballo no fue precisamente impactante. El navarro reconoció que el caballo que se encontró era torpe, barrigudo y estaba muy descuidado.

Sin embargo, dos factores resultaron decisivos para su compra. El primero, el precio. Cagancho costó 400.000 escudos, poco más de 300.000 pesetas (1.800 euros), una cifra que estaba dentro de las posibilidades económicas del rejoneador por aquel entonces. El segundo, su buena genealogía, que permitía adivinar cierta casta torera. Cagancho era hijo de Nilo, que a su vez era hermano de Opus y Neptuno, dos de los caballos más importantes del rejoneo en las dos últimas décadas. El primero perteneció a Álvaro Domecq y el segundo, a Manuel Vidrié, buen amigo y padrino de alternativa del estellés.

Una de las últimas fotos de 'Cagancho' en la finca Zaraputz de Estella, donde vivía.

Una de las últimas fotos de ‘Cagancho’ en la finca Zaraputz de Estella, donde vivía.

Intensa preparación

Tras una doma perfecta, le dio sitio en su cuadra y llegó a ser una de las estrellas más importantes de todos los tiempos. Aunque su entrenamiento fue muy duro y los comienzos algo difíciles, muy pronto el equino demostró a su dueño que estaba destinado para algo más que la suerte de matar, tarea para la que fue adquirido.

Después de pulirlo durante el invierno, Cagancho pudo debutar el 8 de julio de 1991, en Pamplona. Fue utilizado para el último tercio, como caballo de matar. Pero, según fuentes cercanas al rejoneador, el caballo “nunca se sintió a gusto en este tercio” y así, después de decepción tras decepción, llegó a un festejo en Ejea de los Caballeros, a primeros de septiembre del citado año, y en él su dueño explotó y dijo “basta ya”, porque, una y otra vez, el caballo se chocaba con el toro, no pasaba y no hubo forma de acabar con aquel toro.

Siguiendo la misma fuente, “en ese momento, Hermoso de Mendoza se rindió y vio que su inversión había sido un fracaso, que aquella montura no le iba a servir. Pero los tiempos y la situación profesional no estaban para derroches. Por ello, a los pocos días, en la plaza cántabra de Ampuero, decidió probarlo en el tercio de banderillas y… se obró el milagro. Cuando fue de frente al toro, mostró una enorme habilidad; el caballo no quería torear al hilo del pitón, como se hace para matar, sino que buscó gustarse en la suerte, llegar a la cara del toro y salir toreando con el pecho. Ese día, el caballero navarro descubrió el diamante en bruto que Cagancho llevaba dentro.

A partir de aquí, mediante mucho entrenamiento y mucho cuidado en su dieta, porque era muy tragón, fue escalando posiciones en el toreo a caballo, hasta el punto de formar un dúo que comenzó a maravillar al mundo en la temporada de 1994 y pasó a ser el consentido del público hasta la temporada de 2002, la de su retirada. Fueron once años en los que Hermoso de Mendoza se instaló en la élite del toreo a caballo y acabó siendo el indiscutible número uno, siempre de la rienda de Cagancho, que tuvo muchas novias, como aquellos colombianos que pusieron en manos de Pablo un cheque en blanco a cambio del negro equino, o como algunos rejoneadores de aquella época –Antonio Correas o los de la casa Domecq-, que suspiraban por este animal.

La despedida de 'Cagancho' en la Monumental de México fue apoteósica.

La despedida de ‘Cagancho’ en la Monumental de México fue apoteósica.

La hora del adiós

Cagancho tuvo una despedida a la altura de lo que había representado en el toreo a caballo. En su última temporada, su dueño y amigo decidió que se despidiese toreando en cuatro plazas importantes, emblemáticas, en la carrera del caballo y del propio rejoneador. Sevilla, Madrid, Pamplona y la México, fueron esos cuatro escenarios donde Cagancho, en un caso único en la historia, salió por la puerta grande; en las dos últimas montado por Hermoso de Mendoza.

Al año siguiente, por petición de la afición, se despidió del público de Estella, aunque esta ocasión no toreó.

A partir de aquí, Cagancho descansó en la finca Zaraputz, galopando en libertad, padreando y viendo a sus hijos pastar y crecer en los potreros contiguos. Desde su retirada en 2002, nunca Pablo volvió a montar a Cagancho y sólo en una ocasión lo hizo su hija Paula.

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