
Sáncez y Pacheco abandonaron la plaza a hombros.
La nobleza que mostraron permitió que Sánchez y Pacheco salieran a hombros. Fotografías: Alberto Arelizalde.
Ganado: Seis toros de José Luis Osborne, bien presentados, nobles pero blandos
Toreros: Javier Herrero (oreja y silencio tras aviso), Imanol Sánchez (oreja en ambos) y Miguel Ángel Pacheco (oreja en ambos).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Sangüesa, en Navarra. 14 de septiembre.
Incidencias: Tres cuartos de plaza. Tarde veraniega. Los tres diestros hicieron el paseíllo desmonterados. Miguel de las Heras saludó montera en mano tras banderillear al sexto. Sánchez y Pacheco salieron a hombros.
El público disfrutó ayer con la primera corrida de toros de Sangüesa. En el ruedo, tres diestros de los considerados humildes, de lo que no gozan de muchas oportunidades, que dieron la cara y en todo momento quisieron triunfar. Herrero y Sánchez ya sabían lo que era torear en Sangüesa; lo hicieron en su etapa de novilleros; de hecho, el aragonés debutó con caballos en esta plaza. Pacheco, por el contrario, pisaba por primera vez la arena sangüesina y no le rodaron nada mal las cosas.
Este es un extracto de la crónica publicada en Diario de Navarra y firmada por Pascal Lizarraga:
‘El matador de Cuéllar se fajó con sus dos toros en el recibo a la verónica. Su primero, que era el Osborne de cara más agradable dentro de la seriedad de la corrida, resultó noble por ambos pitones en la muleta. Herrero se estiró con él al natural, hasta que al darle un pequeño toque con el vuelo de la muleta para colocarlo, el toro se arrancó enbrutecido hacia chiqueros recordando querencias de encierros y desembarques. Se había rajado y ya sólo podía terminar con él. Una estocada le sirvió a Herrero para cortar una oreja.
Su segundo toro que hacía cuarto fue menos agradecido. Javier intentó robarle los muletazos uno a uno sin la ligazón que habíamos visto en el primero. Con la espada se atascó y perdió la opción de salir por la puerta grande. El matador de Pedrola hacía su segundo paseíllo de la temporada. Gustaron entre el público sus banderillas y su alto voltaje al hacer las suertes. Con la muleta, el de Osborne resultó demasiado pastueño para unas formas demasiado eléctricas y la faena resultó poco consistente en altura y temple. Mató de estocada tendida y cortó una oreja.
Al quinto quiso ponerle cuatro pares de banderillas. El problema fue que, tras clavar el tercero, la bisoñez del presidente le hizo sacar el pañuelo del cambio de tercio al confundir las indicaciones de Imanol. La faena que vino después no tuvo demasiado octanaje. Algún muletazo, algún parón, varias miradas al tendido. El público sangüesino que ayer estaba de dulce, le pidió la oreja tras un pinchazo.
Miguel Ángel Pacheco atesoró las mejores formas de la terna. Matador de alta planta y valor contrastado recibió con una larga de rodillas a su primer toro. Alternó muletazos de calidad con alardes y guiños para la galería. Con el estoque en la mano pegó a su primero el sartenazo más infame que han visto los tiempos, pero aquello no afectó ni al público ni a la presidencia que pidieron y concedió una oreja.
Con su segundo, bajo los acordes de una espléndida interpretación de Corazón Gitano, Pacheco alternó buenos pasajes con demasiados enganchones. Pinchó al toro y pegó una estocada que le sirvieron para salir a hombros. El torero linense dejó ayer tantas dudas como certezas’.