LA FERIA DE ESTELLA, 100% DE PUERTAS GRANDES. ARTÍCULO DE OPINIÓN

El palco presidencial de una de las tres tardes de la pasada Feria de Estella. Fotografía: Alberto Arelizalde.

En tres festejos, el palco presidencial ha concedido 18 orejas y un rabo, y han salido a hombros todos los actuantes: cuatro diestros de alternativa, dos rejoneadores y dos novilleros sin caballos.

La recién acabada Feria de Estella tiene el honor de haber batido un récord, nada frecuente en los cientos de ciclos taurinos que se celebran: todos los actuantes –un total de ocho toreros entre matadores de toros, rejoneadores y novilleros- han salido a hombros. Por tanto, ninguno a pie. ¿Y todos de manera merecida? Qué va… Unos, sí y otros, no.

Ahora bien, en los tres festejos, han cambiado los presidentes y los asesores veterinarios. Se ha mantenido fijo el asesor artístico, que es el responsable de tal desafuero. De buena pasta, buena gente como persona, no se puede decir lo mismo de su figura de asesor y, si mi fuerzan, como aficionado cabal también ha quedado en entredicho.

Con sus caprichosas decisiones, ha restado seriedad a su querida feria estellesa y ha conseguido convertir festejos serios –corridas de toros, de rejones, novilladas…- en alegretes festivales, en lo que las normas taurinas se relajan. Es más, ha logrado que ir a los toros en Estella se parezca a ir al cine, pero conociendo el final, el desenlace de la película. Siempre ha habido algún graciosillo que se ha dedicado a contar los finales para eliminar todo vestigio de emoción en los demás.

Pues algo así ocurre en Estella. Se va a la plaza conociendo, o por lo menos sospechando o intuyendo, el resultado. Los festejos taurinos con muerte de astados son serios, están reglados hasta el detalle y conllevan que exista un asesor artístico con criterio taurino. El actual parece todo lo contrario, como que todo es fiesta y la seriedad de unas decisiones echen al traste el sentido de la fiesta.

Por todo ello, señor asesor, ha llegado el momento de dar un paso a un lado y permitir que otro aficionado ocupe su asiento en el palco presidencial, un aficionado con cabal criterio taurino. No se preocupe. Esto no está reñido con la fiesta. Todo lo contrario. Al ser más selectivo, incrementará el valor de los triunfos. Quizá no se saquen tantos pañuelos, pero la diversión en la plaza será la misma e irá en función de lo que suceda en el ruedo y no en el palco presidencial.

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