EL REJONEO NAVARRO ACEPTA RESIGNADO EL CONFINAMIENTO

Roberto Armendáriz en las cuadras de su finca de Noain. Fotografía: Eduardo Buxens.

Roberto Armendáriz en las cuadras de su finca de Noain. Fotografía: Eduardo Buxens.

El coronavirus ha impedido, por ejemplo, que Guillermo Hermoso de Mendoza confirme la alternativa en Madrid, algo que iba a hacer de manos de su padre.

La feria de San Isidro iba a tener una connotación especial para Guillermo Hermoso de Mendoza. Más allá de ser plaza mayor, donde una buena faena es sinónimo de consagración en la suerte de todo maestro de la lidia, Madrid esperaba la confirmación de su alternativa bajo la tutela y la bendición de su padre, Pablo. Fueron sus manos las que le introdujo justo mañana hace un año en la suerte de hermandad de los caballeros del rejón en otro marco incomparable de historia, tradición y encanto: la Real Maestranza de Sevilla.

Para el futuro de la saga, que ya es presente por los parabienes logrados y los trofeos cosechados, la temporada se adivinaba “bonita”, en palabras suyas, con un recorrido por ferias de postín. El coronavirus y la batalla librada para frenar su propagación acabó contagiando de cancelación los carteles de las plazas de Valencia, Sevilla y la propia Madrid, donde era esperada la promesa de Zaraputz.

“Vamos a ver si a finales de agosto y septiembre regresa la normalidad. De lo contrario va a ser una temporada en blanco”, se sincera en un receso de su rutina de entrenamiento.

La campaña de su padre estaba jalonada de pocos festejos. “Mi idea -señala el progenitor laureado- era torear unos diez o doce, escogiendo los lugares más significativos para mí y así bajarle en intensidad a los años anteriores. Serían festejos significativos entre los que podían caber la confirmación de Guillermo en Madrid, o plazas como Pamplona, Estella… Otra de las intenciones que tenía y que ya llevamos a cabo en la temporada mexicana es que Guillermo y yo fuésemos cada uno por nuestro lado, coincidiendo en algunos carteles, pero en los menos posibles”.

Los planes calculados en el respeto a la temporada combinada con México se hicieron trizas. “En un principio -apunta Pablo Hermoso de Mendoza-, Guillermo tenía que haber debutado en España en la Feria de Fallas de Valencia. Eso hizo que programásemos la temporada mexicana dejando libre de festejos el mes de marzo para regresar a España, de modo que Guillermo no volviera este año a México”. Después de contemplar sus evoluciones en el albero valenciano, el progenitor confiaba en su regreso al país azteca “para cerrar hasta el 11 de abril unas cinco o seis actuaciones más. A los pocos días de llegar a España, hacia el 16 de marzo, nos llamaron de México que todos los espectáculos de masas habían sido cancelados y que por lo tanto las corridas de toros quedaban suspendidas”.

Hasta ese instante, padre e hijo habían acumulado treinta festejos con “un balance muy positivo, sobre todo en el número de espectadores que fuimos capaces de concentrar en cada uno de ellos y luego en la madurez que se pudo comprobar en Guillermo en compromisos importantes”.

Hoy, con un horizonte “nada claro en un año o año y medio” y su preocupación por mantener a su equipo profesional, como reconoce, tanto Pablo como su hijo han modificado su preparación y la puesta a punto de sus caballos. Aprovechan el confinamiento para ejercitarse en Zaraputz y aleccionar a los caballos más jóvenes en movimientos interiorizados por aquellos otros que están ya consagrados. Dice Guillermo que las estrellas siguen a otro ritmo más suave en un “régimen de libertad” controlada. “Habrá que ver la parte positiva y aprovechar este tiempo para aprender”, se dice a sí mismo en una cuadra de 33 equinos aptos para montar en la lidia.

La rutina de Armendáriz

Tiene también intuición y actitud práctica Roberto Armendáriz con los “entrenamientos más consolidados” introducidos en su finca de Noáin y su dedicación más plena “a los caballos jóvenes y no confirmados”. Es así como aprovecha para “completar la cuadra” de los selectos, que son doce, con los que adorna su faena en el albero. Ocho jóvenes esperan la reválida de su mano con las riendas.

Con la difícil “papeleta” que observa en la temporada por el mal del coronavirus que ha paralizado medio mundo, duda sobre la posibilidad o no de “poder torear algo. Si empieza a funcionar todo, esperemos que a mitad de agosto podamos tener algo”. Madrid como Pamplona le esperaban en un año de recuperación de una caída que sufrió en su finca y que le obligó a permanecer convaleciente de una fractura de tibia y hombro. “A finales de febrero volví a montar”, recuerda. “Me siento fuerte”, observa seguro de sí mismo.

Su regreso a los cosos, como los de Pablo y Guillermo Hermoso de Mendoza, sería una buena noticia no sólo para la Tauromaquia sino para un mundo que suspira por volver a ser lo que era.

Información de Natxo Gutiérrez para Diario de Navarra.

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