JOSÉ TOMÁS CORTA TRES OREJAS EN SU REGRESO AL COSO DE AGUASCALIENTES

Derechazo largo de José Tomás a su segundo, al que le cortó las dos orejas. Fotografía: Emilio Méndez.

Derechazo largo de José Tomás a su segundo, al que le cortó las dos orejas. Fotografía: Emilio Méndez.

Volvió a triunfar en el coso en el que, cinco años antes, estuvo a punto de perder la vida.

Ganado: Tres toros de Fernando de la Mora (1º, bueno; 4º, muy bueno, premiado con arrastre lento; y 5º, complicado) y otros tres de Los Encinos (2º, difícil; 3º, regular; y 6º, bueno)..

Toreros: Eulalio López “Zotoluco” (saludos desde el tercio, aplausos y aplausos) y José Tomás (orejas, dos orejas y saludos desde el tercio).

Lugar y fecha: plaza de toros Monumental de Aguascalientes (México). 2 de mayo.

Incidencias: Lleno de “no hay billetes. Tarde calurosa. Octava corrida y noveno festejo del abono de la CLXXXVII Feria Nacional de San Marcos. El picador de toros Ignacio Meléndez sufrió un aparatoso tumbo en el sexto toro sin consecuencias que lamentar. Actuó de sobresaliente Víctor Barrio. Tomás salió a hombros.

Tres orejas cortó José Tomás este sábado en su regreso a la Monumental de Aguascalientes cinco años después de casi perder la vida en esta misma plaza. El madrileño, que cortó tres orejas, se impuso en el mano a mano que sostuvo con Zotoluco, que se fue de vacío en una tarde de máxima expectación en la que se colgó el cartel de «No hay billetes».

José Tomás, vestido de azul pavo y oro, hizo el paseíllo junto al mexicano entre la pasión del público que, puesto en pie, ovacionó con calor a los dos diestros. Lidió por delante a «Guantero», un toro de Los Encinos soso y que tendió siempre a irse a tablas. No fue sencillo sacarle partido pero el de Galapagar, que de salida lo había recibido con lances a pies juntos coronados con buena media y que en el quite había toreado por chicuelinas, brindó al público una faena en la que, si bien faltó limpieza, plantó cara a su enemigo logrando muletazos sueltos de buena factura por el lado derecho. Mató de estocada trasera, siéndole concedida una oreja.

Dos más sumó del bonito cuarto, un toro de Fernando de la Mora llamado «Pollo Querido» que fue premiado con arrastre lento por embestir de dulce. En el capote, Tomás quitó por navarras y tafalleras rematadas con vistosa serpentina; y muleta en mano abrió faena en los medios con cinco estatuarios quieta la planta rematados con un pase del desdén. Vinieron entonces, ya más relajado, asentado y consciente de la expectación creada el torero, series estupendas de derechazos yendo de menos a más y sin reponer el terreno. Sonó “Pelea de Gallos” y ligó de manera lenta, despaciosa y torera por los dos pitones. Hubo toreo en redondo muy pausado, pareciendo detener el tiempo en algunos pasajes. Mató de fulminante estocada.

En el sexto, de Los Encinos, permitió al sobresaliente -Víctor Mora- realizar un quite que, a la postre, fue de alta nota por gaoneras. Como de alta nota fue el saludo capotero de Tomás, genuflexa la planta. Brindó Tomás la faena a su banderilleo de confianza, Juan Cubero, arrancando con torería y poder por bajo, toreando después con mando, temple y largura por los dos pitones. Con el público volcado, instrumentó una serie de molinetes muy personales que remató con afarolados, un molinete invertido y el de pecho, todo realizado en un palmo de terreno, pero falló con los aceros y el triunfo, en esta ocasión, se redujo a una fuerte ovación.

Zotoluco, por su parte, lució toreando de capa al grandón ejemplar de Fernando de la Mora que abrió plaza. Con la muleta toreó con suavidad y templanza, aprovechando las nobles embestidas del animal, pero perdió el posible trofeo con los aceros.

En su segundo volvió a brillar con la capa, de salida y en un galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo. Brindó a su compañero José Tomás y arrancó de rodillas por alto una faena que fue de más a menos, como la condición del astado de Los Encinos. Se metió entre los pitones al final de su labor, se desplantó para cerrar pero, de nuevo, malogró su esfuerzo con los aceros, perdiendo otro posible apéndice.

Al quinto lo saludó con una larga cambiada al hilo de las tablas y lo toreó después en los medios por ajustadas chicuelinas. Tras brindar al empresario Alberto Bailleres, bregó con un astado sin clase y deslucido. Terminó con él de dos pinchazos y estocada, recibiendo palmas al término de su labor.

Crónica de Emilio Méndez publicada en Aplausos.es

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